21 --- Cumpliendo años.
Minutos,
horas, días, semanas y meses, a veces interminables… habían ido pasando sin
ningún cambio importante en la vida de las dos hermanas, cada una seguía con lo
que se había propuesto y parecían conseguirlo.
Eloísa llegaba a su casa, casi siempre, con la
oscuridad despuntando, hacía ya tiempo
que evitaba el estar sola en casa tantas horas y prefería pasar todos los
momentos posibles con sus amigos. Ese día llegó, como todos, derecha al buzón,
recogió la correspondencia y de camino al ascensor ojeó por encima los sobres
que tenía en la mano, algunos irían directamente a la basura, otros los abriría
y leería, sólo uno de ellos le hizo fruncir el ceño, --- ¡Otra vez la compañía
de seguros! ¡Qué pesados! ¿Cómo les tengo que decir que no hay ninguna deuda
pendiente?---
Abrió la puerta del apartamento, soltó todos los
sobres en la mesita auxiliar menos el de los seguros, abrió el cajón de los
olvidos disponiéndose a dejar ese también, pero sus ojos tropezaron con el
remitente de la última carta que castigó al encierro y por unos segundos dudó.
No supo qué fue lo que la impulsó a cogerla, la
sacó del cajón, se dirigió al salón y la dejó encima de la mesa.
Se tomó su tiempo, se duchó, se preparó la cena,
se acomodó en el sofá, se puso la bandeja sobre las piernas y cenó
tranquilamente.
Estuvo viendo la tele un rato, la apagó y se
dirigió a su habitación, ya era hora de irse a la cama… pero antes de entrar,
giró la cabeza, miró la carta y no pudo contenerse… la cogió.
Ya en la cama, a la luz de la mesilla, rasgó el
sobre casi con furia, sacó las hojas de papel escritas a mano y empezó a leer:
“Querida Eloísa. No sé con qué….”
A medida que iba leyendo, las lágrimas iban
asomando, algunas cayeron sobre el papel emborronando un poco alguna que otra
palabra y en su cabeza sólo sonaba insistentemente… ¡Dios mío! ¿Qué me ha
pasado?
Cuando terminó de leer, apretó fuerte la carta contra su pecho
y dejó caer la cabeza en la almohada, su
cara seguiría mojada algunas horas más.
Con los ojos hinchados, dolor de cabeza y la
certeza de haber vivido casi tres años inmersa en una espiral de rencor,
rechazo y rabia que ella misma había estado alimentando, se metió en la ducha
con el propósito de no salir de ella hasta que a sus ojos les hubiera bajado la
inflamación producida por la mala noche pasada.
Ahora veía las cosas de otros colores y formas
diferentes, pero también con temor.
Pronto sería otra vez el día de las felicitaciones cumpleañeras y en
este momento era ella la que temía que llegara el día y que su hermana ya
cansada, no hiciera nunca más la llamada… y si la hacía… ¿Cómo le pedía ella
ahora que la perdonase? ¿Cómo le diría
“lo siento”?
Ahora comprendía también ella muchas cosas y se
culpaba por no haberla dejado explicarse, por haberle fallado tantas veces, por
haberle hecho la vida imposible, por mentirle y sobre todo por no haberle dicho
nunca que la quería.
Y ahora… también, se daba cuenta que fueron el
despecho y su orgullo los que le hicieron reaccionar como lo hizo, porque ya
hacía tiempo que supo que no estaba tan enamorada de Pablo como creyó y porque,
aunque incapaz de mirar en su interior, también supo que hasta ese momento, su
hermana era lo más importante que tenía en la vida.
El día amaneció soleado y caluroso, por lo demás
era como los anteriores, fiestas, alegría, regalos, amigos…y añoranza.
Emilia esperaba el momento adecuado para llamar. Precisamente
ese día, después de tres largos años,
ella tenía sus vacilaciones e inseguridades, no creía que fuera diferente
a los años anteriores y su falta de esperanza había hecho mella en su ánimo y en
su entereza, no quería otra decepción, tal vez, lo mejor sería darse por
vencida y tomar conciencia de que su hermana había salido victoriosa, una vez
más, en una guerra en la que el arma utilizada, era demasiado dolorosa. Esta
vez tendría que pensárselo.
Sin embargo Eloísa, este año sí esperaba nerviosa
que se produjera la llamada, estaba dispuesta a cogerla por mucho que le
temblara la mano y le parecía que su hermana
estaba tardando demasiado, no dejaba de mirar la pantalla del teléfono,
estaba intentando aparcar y lo tenía en el asiento del copiloto.
Cuando creyó que lo había dejado bien situado,
cogió el móvil y salió del coche asegurando el cierre de las puertas, dos pasos
más allá, notó primero la vibración en
su mano derecha e inmediatamente después,
el primer tono de aviso de una llamada entrante… el corazón le bailaba
dentro, miró la pantalla y ahí estaba…
“Emilia”.
--- ¿Sí?, dime.
--- ¡Oh, Dios mío! ¡Lo has cogido, lo has cogido,
Dios mío… Eloísa, me has cogido el teléfono! –lloraba, casi no podía hablar.
--- ¡Por Dios, Eloísa, no me cuelgues por favor,
no me cuelgues.
--- Tranquila Emilia, no te voy a colgar.
—Contestó Eloísa sin apenas voz por el nudo que le atenazaba la garganta—
--- Eloísa, tenemos que hablar, por favor, tenemos
que hablar. –Las palabras de Emilia salían entrecortadas por los sollozos—
--- Tranquilízate Emilia, hablaremos, si me abres
la puerta… hablaremos todo lo que quieras… estoy en el portal de tu casa.
FIN
Qué bonito. Me has emocionado. Enhorabuena. Un beso.
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Eliminar¿De verdad? Me emocionas tú si te ha parecido bonito.
Muchas gracias, Susana.
Besotes
El final ha sido de apoteosis y por fin las hermanas se reencontraron y se seguirán queriendo, olvidando aquellas rencillas y rencores que durante un tiempo las mantuvo distanciadas. Hay que felicitarte por la novela tan maja que te has cascado, y desde currado de lo lindo: Enhorabuena.
ResponderEliminarBesos yeste lima.
EliminarMuchas gracias, me alegro de que te haya gustado.
Rafa, ten en cuenta, que nada en la vida es para siempre.
Besos.
Me engancharon los primero capítulos, pero me perdí dos o tres y pensando que estaba a punto de terminar no me puse al día. Un rato con tiempo me la leo toda seguida.
ResponderEliminarBesos.
EliminarNo te preocupes, si de verdad te interesa leerla, seguro que lo haces en un pis pas, son pocos capítulos y no muy largos y si te da pereza porque es una tontería, tampoco te preocupes porque seguiré escribiendo tonterías para que puedas leerlas, jajaja.
Un beso, Chema.
???????
ResponderEliminarEs una errata, ¿no, Yeste?
Tecleaste la tecla "Fin" en vez de "Pronto sabréis la solución".
Es así, ¿no?
ResponderEliminarJajajaja, no Fernando, es el FIN deFINitivo. ¿Qué esperabas? ¿saber también que fue de la vida de Pablo y Rafael?, Yo te lo digo.... todos fueron felices y comieron perdices. Y si por casualidad, te ha sabido a poco, yo te lo agradezco y me alegraría mucho que te hubiera gustado de verdad.
Me gustaría que me contestaras por favor, al comentario, porque ahora me has dejado con la intriga de saber a qué te referías con tu pregunta.
Besos.
Yeste, era una broma. Quería decir que esperaba un final cerrado, en el que nos contaras qué dijo una, qué dijo la otra, qué pasó con un chico, qué pasó con el otro, si hacía frío o calor, si amanecía o anochecía.
EliminarEstá mejor como tú lo has hecho, desde luego. Entiendo que las hermanas acabaron reconciliadas y perdonándose mutuamente por los excesos, como debe ser.
Gracias por estos meses tan literarios.
EliminarMe gustan los finales así, no me va darle muchas vueltas a las situaciones.
Gracias por contestar y aclarar mi duda.
Y desde luego, gracias por decirme que como lo he hecho es mejor, eres todo un caballero.
Ya en otra casión me dijiste que mis finales eran imprevistos y eso me gustó, no me gusta ser previsible en nada, sin embargo, con esta novela creo que lo he sido. La historia invitaba a otra clase de finales pero me negaba a dejar unas hermanas sin su recíproco cariño.
Muchas gracias, Fernando, por todo.
Besos.
ResponderEliminarGracias a ti, Luisa, por haberlo seguido.
Me alegro de que te haya servido de distracción y haya sido de tu agrado.
Gracias de nuevo. Besos apretaos.
Con la última frase me ha recorrido un escalofrío de emoción! Debían encontrarse en algún momento. Dejar atrás el orgullo para retomar a parte de tu vida es realmente bonito. Esta historia ha terminado bien, pero hay otras que no tienen el mismo final y lo más triste es que forman parte de la realidad.
ResponderEliminarMe gustó mucho. Beeeesos!
ResponderEliminarMe alegra de verdad que te haya gustado, colgué los capítulos de una novela escrita hace ya tiempo porque en esos momentos tenía cosas muchísimo más importantes entre manos y no quería dejar abandonado el blog, y las programé.
Sólo pretendía que entretuvieran a mis amigos mientras yo volvía, si lo he logrado, me alegro.
Gracias por tu atención, muchos besos, amiga Imaginativa.
Ahhhh! Que bonito final, en realidad el único posible dentro de la opción "terminar bien". Yo creo que la carta hizo su efecto, pero al ser leída en el momento correcto, si la hubiera leído meses antes no hubiera sido todavía "su" momento.
ResponderEliminarLeyendo tu comentario a Imaginativa, y en ese contexto me alegro de ver la palabra FIN y de que la novela haya terminado, por lo que tenía de rellenar espacio mientras tu volvías, ocupada en esas cosas tan importantes. Este FIN lo tomo como una especie de señal del final de lo otro.
Besos
ResponderEliminarGracias, jefa...ejem....digo..amiga.
Parece que lo he hecho adrede, pero escribí 21 capítulos sin pensar siquiera que los tuviera que colgar todos y mucho menos todavía, que terminara el último coincidiendo con el final, como tú dices, de los quebraderos de cabeza.
Hasta pronto, querida Inma. Muy apretaos. Pero no se me olvida lo de "borde".
Anda desastrín, revisa lo del premio, que tiene tela, una imagen preciosa, sí...jajaja, lo que me he reído...
Eliminar¡Ea, solucionado!
EliminarYa están los que he podido recuperar, pero me hace gracia algo, en todos pone..Gracias, Inma....Gracias, Inma....Gracias, Inma...etc.etc. A ver si van a pensar que la que te paga soy yo.
Apretaos.
Coño Yeste, acabo de flipar, ¿Yo te he dado tantas veces premios? No tenía ni idea jaja, y yo creyéndome que consigo no repetirme demasiado, algo hay en mi subconsciente que me empuja aquí jeje
EliminarHe leido todos los textos, Yeste. Te comento solo aqui, porque sabes que he estado deviaje y son muchos los amigos que tengo que visitar y gracias, desde luego, por tu recibimiento en mi blog. Volviendo a tu relato, Me gusta este final con la reconciliación de las hermanas. En las relaciones humanas -que siempre son de doble vía- generalmente se cometen errores de ambas partes, por eso es bueno sentarse y acalarar los tantos y saber reconocer la responsabilidad de cada uno. Pero, no puede hacerse en caliente, sino cuando ambas están más tranquilas, aunque como aquí hayan pasado tres años.
ResponderEliminarTe felicito y espero que sigas escribiendo relatos, novelas, cuentos. O lo que te plazca.
Un beso