9---Confirmación.
Desde luego, Rafael sí fue un hallazgo, salieron varias
veces después del día de senderismo y la velada de teatro y cena fue
verdaderamente deliciosa. Se dio cuenta de que realmente estaba a gusto con él,
se podía mantener cualquier conversación, no importaba el tema, rápidamente se
hacía amena, comprobó que sabía escucharla y le demostró que de verdad le
interesaba todo lo que ella decía, era galante, detallista, sincero en algunas
cosas que la mayoría de los hombres no lo eran y lo más importante para ella….
efectivamente estaba chapado a la antigua, ni una sola vez en sus salidas había
intentado besarla, parecía que estudiaba
sus palabras, sus reacciones, su forma de pensar….no quería forzar una
situación sin saber a ciencia cierta lo que la otra persona deseaba.
Emilia se lo agradecía y le correspondía con una
sincera amistad, aun sabiendo que lo que
él buscaba en ella no era precisamente una buena amiga de esparcimiento…pero
hasta ahora se lo pasaban bien juntos y
con él las horas se le hacían más cortas y menos penosas por la ausencia
temporal de Pablo… pero desde luego nada de eso le hacía olvidar a su hombre,
más bien confirmaba su amor por él.
En uno de los regresos de sus viajes de ida y
vuelta, Pablo se vio envuelto en los brazos de Eloísa toda una semana completa,
recuperaron el tiempo de separación con creces, le dijo cien veces que la
quería y que no pensó que la echaría tanto de menos, Eloísa no podía ser más
feliz, ya no había ni sombra de duda.
Cenaban en casa y sin saber porqué, esa
noche, había salido en la conversación
el nombre de Emilia, jamás había hecho referencia a su hermana en sus charlas,
había tenido siempre muy en cuenta el no mencionarla, no quería que la sombra
de su hermana enturbiara su relación…a veces pensaba que había sido demasiado
dura con ella en sus recelos.
--- Ahora está saliendo más, ¿sabes?, creo que hay
algo por ahí con alguien que conocimos de la pandilla, se lo pasan bien juntos.
Puede que pronto podamos salir las dos parejitas… me hace ilusión.
Mientras hablaba, Pablo la escuchaba con atención
pero no le dijo nada al respecto, parecía que poco le importaba, que no era muy
dado a los chismes.
--- ¿Me estás escuchando? Creo que mi hermana se
está enamorando.
Aunque su
impasibilidad era patente, por un segundo, la mirada de Pablo pareció
endurecerse… pero pronto recuperó su flema.
--- ¿Es que no me vas a decir nada? ¿No te
gustaría que saliéramos los cuatro?
--- Nunca has querido hablar nada de tu hermana en
ese aspecto, cuando alguna vez la has mencionado ha sido para decir que no os
llevábais bien, ¿Qué crees que puedo opinar ahora? Si quieres que te diga que
me parece bien que se haya enamorado, te lo digo… me parece bien.
Ahí concluyó el tema de Emilia y terminaron de
cenar hablando de los conciertos a los que les gustaría asistir la próxima vez
que Pablo regresara a la ciudad de sus… cada vez más frecuentes idas.
--- Podemos ver algo en la tele pero no quiero
acostarme muy tarde, no es que salga el avión temprano pero no me gusta verme
agobiado de tiempo para preparar las maletas, ¿te parece bien?
--- Claro que sí.
Eloísa intuyó que estaba algo molesto y pensó que
tenía razón respecto a su hermana, si
nunca había formado parte de sus vidas durante su relación, ¿A qué venía ahora
comentarle las conquistas de Emilia? No
se dio cuenta de que la tranquilidad que le daba el saber que su hermana tenía
un hombre al lado y ya no miraría al suyo, la estaba traicionando…decidió que
no volvería a hablarle de ella hasta que no llegara el momento adecuado.
Pablo volvió a marchar, pero esta vez no estuvo
mucho tiempo fuera, su retorno le permitió disfrutar de nuevo de su vida, sus
amigos y sus vacilaciones.
De nuevo empezaron las pesquisas para Emilia,
tenía que estar segura de la tarde que
no iría Eloísa para poder hacerlo
ella, no tardó mucho en surgir la
ocasión, estaba nerviosa, le ilusionaba
el encuentro y esperaba encontrar al Pablo de siempre… sólo deseaba tener el
temple necesario para que él no notara
que la mujer que tenía delante no era su adorada
Eloísa sino la polvorilla de su hermana.
El encuentro no fue tan emotivo como ella ansiaba…
pero sí el esperado, teniendo en cuenta que él suponía que estaba ante su hermana,
a la que últimamente había visto más de lo que Emilia hubiera deseado.
De todas formas anhelaba sus besos y sus caricias
y siempre haría lo imposible para que su comportamiento siguiera siendo el
mismo, sólo ambicionaba su cariño, el de siempre, el que le hacía estremecerse
aunque supiera que no iba dirigido a ella, pero daba igual, transigía con esa situación
que había buscado y que no le importaría
mendigar llegado el momento. Únicamente quería ser feliz y así, lo era… el
resto carecía de importancia.
Pasaron la tarde y la noche, juntos, amando y
riendo, jugando y amando,…cenando y amando. Horas que Emilia absorbía con los
cinco sentidos, disfrutando cada uno de sus segundos y entregando todo de lo
que era capaz su cuerpo, su mente, su corazón y su alma.
Los ojos de Pablo brillaban, pero sus destellos
anunciaban, a la vez, amor, confusión…
dudas que ensombrecían momentáneamente su luz… después volvía a ser otra vez el
hombre que sabía enamorar y esconder su corazón al mismo
tiempo.
El reloj los despertó con su desagradable
soniquete, el primero en abrir los ojos fue Pablo, alargó el brazo para rodear
el cuerpo caliente que parecía dormir todavía a su lado, con ternura besó sus
párpados…
--- Despierta dormilona.
--- Ummmm… déjame un poco más.
--- No puedes dormir más, tienes que ir a la oficina,
cariño. –le dijo sonriendo-
--- Y ¿quién te ha dicho que lo que quiero es
dormir?
--- ¡Ah! ¿No? ¿Y entonces qué quieres?
--- Seguir a tu lado, así, sin moverme o… como mucho, perderme otra
vez en ti.
Pablo notó su estremecimiento y la abrazó con
fuerza, en ese momento creyó que era el hombre más afortunado del mundo.
--- Te quiero, ¿Lo sabías?... Mucho.
--- Lo sé, Pablo, pero no dejes de decírmelo por favor.
En ese momento volvió a sonar la repetición de la
alarma, la realidad les robó con saña unos instantes que ambos hubieran querido atrapar para siempre. La vida seguía y no tenía ni
fecha ni hora para parar, pero si la hubiera tenido, la imagen de los dos
habría sido la de aquella mañana, abrazados, plasmados en una fotografía mental
que difícilmente olvidarían.
Continuará