Inmersa en:

INMERSA EN: NADA ENTRE MANOS....ESPERANDO GANAS.



domingo, 24 de marzo de 2013

Después tú --14--



9---Confirmación.








Desde luego,  Rafael sí fue un hallazgo, salieron varias veces después del día de senderismo y la velada de teatro y cena fue verdaderamente deliciosa. Se dio cuenta de que realmente estaba a gusto con él, se podía mantener cualquier conversación, no importaba el tema, rápidamente se hacía amena, comprobó que sabía escucharla y le demostró que de verdad le interesaba todo lo que ella decía, era galante, detallista, sincero en algunas cosas que la mayoría de los hombres no lo eran y lo más importante para ella…. efectivamente estaba chapado a la antigua, ni una sola vez en sus salidas había intentado besarla, parecía que  estudiaba sus palabras, sus reacciones, su forma de pensar….no quería forzar una situación sin saber a ciencia cierta lo que la otra persona deseaba.
Emilia se lo agradecía y le correspondía con una sincera amistad,  aun sabiendo que lo que él buscaba en ella no era precisamente una buena amiga de esparcimiento…pero hasta ahora se lo pasaban bien  juntos y con él las horas se le hacían más cortas y menos penosas por la ausencia temporal de Pablo… pero desde luego nada de eso le hacía olvidar a su hombre, más bien confirmaba su amor por él.


En uno de los regresos de sus viajes de ida y vuelta, Pablo se vio envuelto en los brazos de Eloísa toda una semana completa, recuperaron el tiempo de separación con creces, le dijo cien veces que la quería y que no pensó que la echaría tanto de menos, Eloísa no podía ser más feliz,  ya no había ni sombra de duda.

Cenaban en casa y sin saber porqué, esa noche,  había salido en la conversación el nombre de Emilia, jamás había hecho referencia a su hermana en sus charlas, había tenido siempre muy en cuenta el no mencionarla, no quería que la sombra de su hermana enturbiara su relación…a veces pensaba que había sido demasiado dura con ella en sus recelos.

--- Ahora está saliendo más, ¿sabes?, creo que hay algo por ahí con alguien que conocimos de la pandilla, se lo pasan bien juntos. Puede que pronto podamos salir las dos parejitas… me hace ilusión.
Mientras hablaba, Pablo la escuchaba con atención pero no le dijo nada al respecto, parecía que poco le importaba, que no era muy dado a los chismes.

--- ¿Me estás escuchando? Creo que mi hermana se está enamorando.
 Aunque su impasibilidad era patente, por un segundo, la mirada de Pablo pareció endurecerse… pero pronto recuperó su flema.

--- ¿Es que no me vas a decir nada? ¿No te gustaría que saliéramos los cuatro?
--- Nunca has querido hablar nada de tu hermana en ese aspecto,  cuando alguna vez  la has mencionado ha sido para decir que no os llevábais bien, ¿Qué crees que puedo opinar ahora? Si quieres que te diga que me parece bien que se haya enamorado, te lo digo… me parece bien.

Ahí concluyó el tema de Emilia y terminaron de cenar hablando de los conciertos a los que les gustaría asistir la próxima vez que Pablo regresara a la ciudad de sus… cada vez más frecuentes idas.

--- Podemos ver algo en la tele pero no quiero acostarme muy tarde, no es que salga el avión temprano pero no me gusta verme agobiado de tiempo para preparar las maletas, ¿te  parece bien?
--- Claro que sí.

Eloísa intuyó que estaba algo molesto y pensó que tenía razón  respecto a su hermana, si nunca había formado parte de sus vidas durante su relación, ¿A qué venía ahora comentarle las conquistas de Emilia?  No se dio cuenta de que la tranquilidad que le daba el saber que su hermana tenía un hombre al lado y ya no miraría al suyo, la estaba traicionando…decidió que no volvería a hablarle de ella hasta que no llegara el momento adecuado.
Pablo volvió a marchar, pero esta vez no estuvo mucho tiempo fuera, su retorno le permitió disfrutar de nuevo de su vida, sus amigos y sus vacilaciones.




De nuevo empezaron las pesquisas para Emilia, tenía que estar segura de la tarde que  no iría Eloísa  para poder hacerlo ella,  no tardó mucho en surgir la ocasión, estaba nerviosa,  le ilusionaba el encuentro y esperaba encontrar al Pablo de siempre… sólo deseaba tener el temple necesario para que él no notara
que la mujer que tenía delante no era su adorada Eloísa sino la polvorilla de su hermana.

El encuentro no fue tan emotivo como ella ansiaba… pero sí el esperado, teniendo en cuenta que él suponía que estaba ante su hermana, a la que últimamente había visto más de lo que Emilia hubiera deseado.
De todas formas anhelaba sus besos y sus caricias y siempre haría lo imposible para que su comportamiento siguiera siendo el mismo, sólo ambicionaba su cariño, el de siempre, el que le hacía estremecerse aunque supiera que no iba dirigido a ella,  pero daba igual, transigía con esa situación que había buscado  y que no le importaría mendigar llegado el momento. Únicamente quería ser feliz y así, lo era… el resto carecía de importancia.

Pasaron la tarde y la noche, juntos, amando y riendo, jugando y amando,…cenando y amando. Horas que Emilia absorbía con los cinco sentidos, disfrutando cada uno de sus segundos y entregando todo de lo que era capaz su cuerpo, su mente, su corazón y su alma.
Los ojos de Pablo brillaban, pero sus destellos anunciaban, a la vez, amor,  confusión… dudas que ensombrecían momentáneamente su luz… después volvía a ser otra vez el hombre que  sabía  enamorar y esconder su corazón al mismo tiempo.

El reloj los despertó con su desagradable soniquete, el primero en abrir los ojos fue Pablo, alargó el brazo para rodear el cuerpo caliente que parecía dormir todavía a su lado, con ternura besó sus párpados…

--- Despierta dormilona.
--- Ummmm… déjame un poco más.
--- No puedes dormir más, tienes que ir a la oficina, cariño. –le dijo sonriendo-
--- Y ¿quién te ha dicho que lo que quiero es dormir?
--- ¡Ah! ¿No? ¿Y entonces qué quieres?
--- Seguir a tu lado,  así, sin moverme o… como mucho, perderme otra vez en ti.
Pablo notó su estremecimiento y la abrazó con fuerza, en ese momento creyó que era el hombre más afortunado del mundo.
--- Te quiero, ¿Lo sabías?... Mucho.
--- Lo sé, Pablo, pero no dejes de decírmelo  por favor.
En ese momento volvió a sonar la repetición de la alarma, la realidad les robó con saña unos instantes  que ambos  hubieran querido atrapar  para siempre. La vida seguía y no tenía ni fecha ni hora para parar, pero si la hubiera tenido, la imagen de los dos habría sido la de aquella mañana, abrazados, plasmados en una fotografía mental que difícilmente olvidarían.




Continuará


lunes, 18 de marzo de 2013

Después tú--13--



8--- Incertidumbre







Las semanas pasaban y Emilia no veía a Pablo tan a menudo como quería, sabía que ya no se sentía tan abrumado por el trabajo, los jefes habían vuelto satisfechos a las oficinas centrales y eso le daba cierto respiro, no llegaba a entender porqué sus citas de un tiempo a esta parte no eran tan continuas como antes, sólo se veían una o dos veces por semana… la semana que tenía  suerte… y lo peor era que no le podía decir nada, no le podía pedir explicaciones, se limitaba a dar por hecho lo que él le decía: “Tendremos que estar una temporada viéndonos menos porque aunque no esté en la oficina, tendré que viajar para concretar el sitio donde se va a abrir la nueva sucursal… bla bla bla”
Por sus conversaciones con Eloísa, no creía que hubiera  engaño alguno,  ella le confirmaba lo que ya sabía sin que tuviera dudas al respecto, pero no quería decir que ella al menos  estuviera tranquila,  no sabía porqué pero sentía  una rara inquietud…--¿tendría razón Eloísa y se estaría enfriando su amor?

Seguían así los tres mientras desfilaban los meses, Eloísa… esperando la prometida decisión de Pablo… Emilia,  ansiando cada vez más oír su nombre en sus labios y Pablo… dando largas a la situación por temor a equivocarse, estaba enamorado, de eso no había duda,  pero su inseguridad en cuanto a su futuro le impedía afrontar el dilema  sin haber puesto de acuerdo antes, su cabeza y su corazón.

Como las dos tenían ahora más tiempo libre por falta de citas con Pablo, quedaban para salir de vez en cuando con amigos de la relegada pandilla, a ambas les venía bien pasar un rato en buena compañía, echando unas risas y desocupando un poco la mente de amoríos.
¡¡Es curioso!! Ninguna de las dos se extrañaba que la otra estuviera más ociosa últimamente.

La pandilla había aumentado de miembros y se veía alguna que otra cara hasta ahora desconocida.
En una de sus salidas, le presentaron a Rafael. Insólita situación, por primera vez y ante la perpleja mirada de los demás, ninguna de las dos mostró demasiado interés por él, a pesar de que su atractivo hacía mella en las demás féminas del grupo.

A Rafael se le notó claramente durante toda la noche por cuál  de las dos sentía preferencia y claro está, no pasó desapercibido para nadie…ni tampoco para Eloísa, que, con muy buena intención, se las ingenió para que su hermana Emilia quedara sentada junto a Rafael.

Mientras ellos charlaban animadamente, Eloísa pensaba cómo hacer de celestina para que su hermana tuviera la oportunidad de encontrar el amor, quería que fuera tan feliz como ella con Pablo… de esa forma podrían salir los cuatro y cada una podría compartir la felicidad de la otra. Ya le contaría la verdad de quién era y seguro, que si ella se enamora también, la cosa será como una broma sin importancia.

Después de casi tres horas de veladas preguntas, el interrogatorio de Eloísa iba tomando otro derrotero.
--- Oye, Rafael ¿tu negocio te deja mucho tiempo libre? Vamos,  me refiero a que si sales a menudo a divertirte.
--- Sí, no tengo mucho problema a la hora de dejar la agencia en manos de mi hermano, él es socio como yo y organizamos bastante bien nuestro tiempo de asueto.
--- Estupendo, entonces puede que haya por ahí alguna chica que te acompañe en tus diversiones, ¿no?
--- Créeme que si la hubiera… en estos momentos estaría con ella, estoy chapado a la antigua y no me parece bien estar de copas con los amigos mientras  ella se queda sola o bien, sale con otras compañías.
--- ¡¡¡Uuuhhh!!! Me imagino que siendo así, tendrás alguna chica mariposeando a tu alrededor.
--- No lo sé, pero te aseguro que todavía no ha llegado la mujer que me haga sentir lo que yo quiero.
Al decir esto, Rafael deslizó su mirada sobre Emilia y ella supo percibir la atracción que se  despertaba en él, un poco azorada, desvió sus ojos y siguió hablando de tontunas con una de las últimas adquisiciones del grupo.

A Eloísa no se le escapó ni lo más mínimo de su reacción y pasó directamente al ataque.
--- Oye, estoy pensando que… veréis… tengo unas entradas para el teatro que no voy a poder utilizar porque Paul estará de viaje en esa fecha, podéis ir juntos si os apetece.
--- Verás, es que… --Rafael interrumpió a Emilia antes de que pudiera negarse…
--- ¡¡Genial!! Muchas gracias Eloísa –y dirigiéndose a Emilia—Te recogeré a las siete, pero de todas formas, pienso que deberíamos quedar antes del estreno, me gustaría conocerte un poco más.
--- Está bien.
El callado reproche de Emilia le llegó a Eloísa sin embargo, alto y claro y ésta creyó que una vez más, lo que a su hermana le importunaba es que hubiera sido ella la que manejara los hilos de la cita.
Por lo visto, era un hombre decidido, no le daba vueltas a las cosas y no tenía reparos en ir derecho al grano cuando algo le interesaba y Emilia le había interesado desde el primer momento y sabía perfectamente porqué ella y no su hermana Eloísa.

Emilia le había parecido una mujer, que en cierto modo, su forma de ser era semejante a la suya, la creía capaz de derribar cuantas barreras encontrara en su camino con tal de conseguir lo que quería o por lo menos era lo que había intuido a primera vista…pero podía equivocarse y decidió comprobarlo personalmente… si ella le dejaba.

No erró mucho el tiro… Emilia sabía bien lo que deseaba y estaba muy lejos de ser Rafael.
Ella misma se sorprendió al darse cuenta que no le había molestado demasiado la impertinencia de su hermana al arreglarle la cita con Rafael, al fin y al cabo, se trataba de uno más de la pandilla y ella tenía días de tardes malhumoradas en las que, tal vez, le hubiera venido bien salir de casa… daba igual con quién.
De todas formas, hiciera lo que hiciera donde fuera y con quién fuera, seguiría deseando estar con Pablo y le echaría de menos siempre, por eso no le importaba mucho salir con otro hombre…simplemente lo pasaría bien con un amigo.

La primera salida no se hizo esperar, la llamó al día siguiente y quedaron para tomar algo y pasear.
No fue mal, fue una tarde entretenida, descubrió a un Rafael bastante diferente del que conoció el primer día, según iban pasando las horas y la confianza surgía entre ellos, se desprendió de toda cortedad y se mostró tal cual era… divertido, con un gran sentido del humor y pendiente siempre de que lo pasara bien.
Resultó que tenían muchas cosas en común,  una de ellas era el deporte y  entre otras, el senderismo.

--- No puedo creer que te guste hacer senderismo, hasta ahora, de todas las chicas que he conocido, tú eres la primera a la que no le importa calzarse unas botas de montaña, rozar sus piernecitas si hace falta por los matorrales y no da gritos absurdos cada vez que tropieza con algún “animalito”.
---  Ja, Ja, Ja… qué gracia, a mí me ocurría lo mismo, tampoco conozco a muchas que lo quieran hacer, casi siempre voy acompañada de amigos varones., Ja, Ja, Ja.
---  Yo he tenido más suerte que tú –contestó Rafael y siguió hablando--
--- Oye, ¿qué te parecería si el próximo sábado vamos juntos a patear la sierra norte? Podemos llegar hasta el lago, almorzar allí y volver antes de que caiga la noche.
--- No sé…
--- ¿Cómo que no sabes? La forma de contestar es sí… o sí.
--- ¿Siempre eres tan convincente?
--- Siempre que me interesa.
Al decirlo la miraba fijamente,  pero Emilia, que lo había visto por el rabillo del ojo, siguió mirando al frente enfrascada en su visión del paisaje.






Continuará



jueves, 14 de marzo de 2013

Después tú --12--



7 --- Confusiones.








Eloísa no se sentía bien, tenía la necesidad de hablar de lo que le ocurría y no podía contar con ninguna amiga, porque a ninguna hasta ahora le había hecho partícipe de su relación con Pablo y no era cosa de contarle sus penas cuando antes no le había contado sus alegrías.

Por supuesto, la única que podía escucharla, comprenderla y tal vez aconsejarla era su  hermana, en eso no tenía duda alguna, ya sabían ambas por experiencia que cuando verdaderamente tenían algún problema digno de desahogo, sólo podían contar con tenerse mutuamente y Eloísa sabía que su odiada hermana acudiría a su encuentro en cuanto le dijera que la necesitaba.

--- ¿Emilia?
--- Sí, dime
--- Tenemos que hablar y no me vale un no por respuesta, no te busques excusas que ya nos conocemos.
La voz de Eloísa sonaba triste,  sin fuerzas para alzarla, a Emilia incluso le pareció que aguantaba el llanto.
--- ¿Qué sucede, te pasa algo?—preguntó con la intención de saber pero sin querer escuchar lo que se temía.
Emilia sintió un escalofrío por todo su cuerpo, el color de su cara palidecía por momentos y empezó a notar un malestar generalizado que la obligó a sentarse por miedo al desvanecimiento, sólo pensaba…”llegó la hora”.
--- Por teléfono no, quedamos donde tú me digas, pero tiene que ser hoy.
--- Vale, vale, ¿te acuerdas del parquecito al que íbamos con la pandilla de la universidad?
--- Sí, me parece bien.
--- A las siete estaré allí
--- De acuerdo, hasta entonces.

Ya está, la suerte está echada, no hay vuelta atrás, no sé cual habrá sido el detonante de la información, pero está claro que lo sabe todo.
No voy a ser una cobarde, no le ocultaré nada, le diré que todo empezó como venganza, es verdad, pero que ni siquiera me di cuenta de que me había enamorado hasta que ya, yo misma quise que fuera demasiado tarde.
--Como siempre, Emilia, era incapaz de pensar los temas importantes sin hacerlo en voz alta—
Que nunca he querido hacerle tanto daño.

Le pediría perdón de corazón pero también sabía que no serviría de nada.

--¡¡Dios mío!! ¿Qué he hecho?—
¿Qué sería de ellas a partir de entonces, dejarían de ser  hermanas, volverían a hablarse alguna vez, ya no habrían más “tequieros y teodios”?
No quería pensar en las consecuencias de sus actos, no quería saber qué iba a pasar con su relación con Pablo, desviaría los pensamientos de su mente hacia una banalidad cualquiera, y se prometió no dedicar un segundo al problema que tenía encima hasta que no tuviera a Eloísa delante.

Cuando llegó, recorrió con la mirada los bancos de alrededor, el parque no era  grande, se abarcaba bien a simple vista, --ya no era muy visitado  desde que trasladaron la universidad a las afueras de la ciudad por aquello del espacio--, paró sus ojos en una figura sentada  en el último banco, una figura que desde lejos parecía ausente mirando al suelo, enseguida reconoció a su hermana y volvió a sentir escalofríos, mientras se dirigía hacia ella y viéndola así, sintió pena y se juró que aceptaría todo lo que Eloísa le dijera y se conformaría con la decisión que ella hubiera tomado.

Se sentó a su lado, no se atrevió a darle un beso y sólo dijo: “aquí estoy”.

--- Gracias por venir, Emilia, sabía que podía contar contigo.
 Algo no encajaba, la mirada de Eloísa era triste, había llorado, tenía los ojos enrojecidos, no la miraba con odio y.… ¡¡le estaba dando las gracias!!
¿Qué estaba pasando? A Emilia se le quitó el frío de golpe y suspirando profundamente, su cuerpo empezó a entrar en calor. Conocía a su hermana y su actitud no era la de una pre- bronca…. no tuvo más que  deducir que lo que tuviera que decirle no tenía nada que ver con ella, así que ahora ya más tranquila, sería una hermana cariñosa y preocupada, la apoyaría en lo que pudiera y estaría ahí para lo que la necesitara…. También estaría atenta a lo que le dijera porque el gusanillo de la curiosidad la impacientaba.

--- Dime Elo, ¿qué pasa?
Eloísa se confió a su hermana, le habló de sus dudas con respecto a Pablo-Paul y de las últimas conversaciones que habían tenido sobre su futuro.

Emilia, lejos de pensar en ella en ese momento, le dijo a su hermana lo que consideraba que era la verdad y se permitió darle algún consejo que otro.

--- Elo, no puedes estar hablando en serio, no debes dudar de Paul, él te quiere de verdad y te lo demuestra, ¿no?

Emilia sabía de lo que hablaba, sentía en sus propias carnes el amor que Pablo le tenía a su hermana… porque ella  también lo estaba disfrutando.

--- No sé, últimamente no tiene tiempo para mí, no compartimos tanto como antes, no le veo interés por nuestra vida en común…
--- Pero ¿cómo puedes decir eso? Tú misma me has dicho en varias ocasiones que está a tope de trabajo y estoy segura que lo está haciendo por los dos, para que podáis tener un futuro desahogado en vuestra casa nueva.
--- Sé que me quiere, pero creo que sus sentimientos se han enfriado, el martes pasado comimos juntos y me pidió que aplazáramos un tiempo el irnos a vivir juntos al que yo pensaba que iba a ser nuestro hogar… y la verdad, le vi raro, nervioso, le costó decirme todo eso.
--- Sabes que está muy agobiado con el trabajo y seguramente no querrá hacer el traslado hasta que no respire tranquilo.
--¡¡Un momento!! ¿Ha dicho el martes pasado? No puede ser, ese fue el día que anuló nuestro almuerzo… Debe haberse confundido de día… claro. (Era rápida de pensamientos)

--- Puede que tengas razón y sea yo la que, debido al estrés que tengo, no vea más que temores que me hacen estar confundida.
--- Claro que sí, ya verás como todo se soluciona… ¿puedo hacerte una pregunta?
--- Cómo no, tonta, adelante.
--- ¿Tú estás segura de quererle lo suficiente para dar ese paso?
--- Sí, le quiero mucho Emilia, al principio no pensé que llegaría a sentir esto pero… lo paso mal pensando en que tal vez sea él el que ya no sienta lo mismo por mí.
--- No seas boba, puedes estar tranquila de que está enamorado de ti hasta las trancas.
--- Ja ja ja… ¿Qué sabrás tú?... ja ja.

Eloísa reía nerviosa y contenta, hablar con su hermana  le había dado lo que necesitaba… más seguridad en sí misma y en su relación, se sentía tonta ahora por haber tenido esas dudas que había despejado gracias a su hermana, que le había hecho comprender que hasta el amor tiene sus momentos de espera y que si Pablo le había pedido un poco más de tiempo no era porque no la quisiera… tenía que aprender a tener paciencia y a valorar el trabajo de Pablo.

--- Gracias, Emilita, después de todo, resulta que eres un encanto cuando quieres.
--- No hay de qué, algún día puede que lo hagas tú por mí,  ja ja ja… anda vamos, te invito a un café.



Emilia volvió a casa con un tremendo dolor de cabeza, después de dejar a su hermana, paseó sola por la avenida, necesitaba aire, soledad y poner en orden el amasijo de ideas que bullía en su cabeza.
Se alegraba de haber sido útil a su hermana y de haberle alegrado el día, se alegraba de que el problema de su hermana fuera sólo de ella, se alegraba de que todo siguiera igual y nada hubiera cambiado entre los tres, pero… ¿debía alegrarse también de lo que decía sentir su hermana por Pablo?, todo hubiese sido más fácil si a su pregunta, Eloísa hubiera contestado que no estaba segura de quererle y que tal vez se había  equivocado precipitando tanto los acontecimientos, eso le hubiera facilitado mucho las cosas a ella… o no, porque si ellos rompían ¿Cómo podría seguir con Pablo?

Tomó analgésicos antes de meterse en la cama, esperaba que le ayudaran a conciliar el sueño más rápidamente y de esa forma dejar de vapulearse con las reflexiones que no dejaban de atormentar su cabeza. Tardó en quedarse dormida, su último pensamiento fue para Pablo…”daría media vida por oírle decir una sola vez, te quiero Emilia”.



A pesar de que Pablo le había pedido tiempo y ella se lo concedió, Eloísa siguió con sus habituales idas y venidas a la casa nueva, cambiando esto por aquí… colocando esto por allá, no se detuvo con la decoración ni pensó en hacerlo en ningún momento, solamente lo hacía con más calma, más sosegadamente, siguiendo el orden de una lista que ella misma
había confeccionado mentalmente con el propósito de despreocuparse un poco y así darle más espacio y libertad a Pablo.
La charla con su hermana le había servido de mucho y no estaba dispuesta a cometer otra vez  el mismo error, esperaría el tiempo que fuera necesario para que fuese Pablo el que decidiera el momento de la mudanza.







Continuará