Inmersa en:

INMERSA EN: NADA ENTRE MANOS....ESPERANDO GANAS.



martes, 26 de febrero de 2013

Después tú --10--





--5--Frenesí --2--






Aún no las tenía todas consigo,  no quería que sus nervios la traicionaran  pero su desasosiego iba en aumento, le resultaba del todo inquietante estar allí sin llamarse Eloísa y en compañía de su hombre...sin embargo, no sentía ningún tipo de remordimientos, el deseo de tenerle entre sus brazos, de sentir su boca en la suya y de volver a entregarse, iba "in crescendo". No quería pararse a pensar en qué le estaba ocurriendo, no analizaría las emociones cruzadas que la embargaban, sólo quería querer y que la quisieran como a su hermana,  en ese instante sólo quería cerrar los ojos y que Pablo le hiciera el amor.
Se sobresaltó al oír sus palabras.
--- ¿En qué piensas?, la ensalada ya está y te he preparado un sándwich de pavo que te chuparás los dedos.
--- No pienso... recuerdo los maravillosos momentos que he.....que pasamos aquí. Sólo eso me ocupa la mente.
Pablo se acercó y la besó largamente, era lo que ella había estado esperando, se volvió a estremecer como aquella noche en la que sólo pensaba en vengarse... ahora parecía que sus malas artes se volvían contra ella, había quedado presa en sus propias redes, como la víctima de la araña que lucha por soltarse de los hilos que la aprisionan y que se enreda cada vez más al intentarlo.
--- ¿Cenamos? --dijo Pablo con una sonrisa de oreja a oreja mientras comprobaba con sus dedos que su boca estaba manchada de pintalabios.
--- Sí, por favor. --cuando verdaderamente le hubiera gustado decir: dejemos la cena para después y sigue besándome así--

Más o menos treinta minutos sentados a la mesa, había sido una cena ligera y pasaron al sofá con una copa de helado en las manos....no se llegaron a consumir, las copas descansaban en la mesilla auxiliar medio llenas de un líquido rosa en el que reposaban unos barquillos de chocolate. Había murmullos en la habitación contigua.

Emilia se preguntaba qué estaba haciendo, se prometió que sería la última vez que engañaría a su hermana, pero una fuerza interior le impedía cumplir cualquier promesa relacionada con Pablo, era una situación compleja, ya no le importaba devolverle a Eloísa los agravios recibidos, ni siquiera se acordaba ya de su venganza, su intachable conciencia le hacía continuos reproches "¡no sigas haciéndole esto!, ¡¡NO SIGAS!!", pero ya no podía parar, su cabeza, su corazón y su cuerpo le exigían ver a Pablo...estar con Pablo...¡querer a Pablo!
Ni sabía ni podía ni quería solucionar el dilema, confiaba y temía que algún día, por cualquier tontería,  el pastel sería descubierto y entonces los demás pondrían fin a esa locura, ella no era suficiente mujer para confesarlo abiertamente y dejar de hacer daño, pero se sabía bastante mujer como para no dejar escapar al hombre que hoy por hoy la hacía feliz, mañana....Dios dirá.

Siguió viendo a Pablo y siguió siendo suya en muchas ocasiones, siempre previa investigación de las andanzas de su hermana, pero no volvió a quedar con ella por miedo a que se traicionara a sí misma si la tenía delante.
Por mucha imaginación que tuviera, nunca hubiera pensado en verse envuelta en algo así, si alguien le hubiera dicho siendo más joven que llegaría el día en el que traicionaría a Eloísa de una forma tan vil, hubiera sido capaz de sacarle los ojos, una cosa era hacerle la vida tan imposible como ella le había hecho siempre y otra hacerle daño conscientemente. Estaba inmersa en un frenesí de sentimientos que no podía aclarar.--voy a tener que ir a un psicólogo, me volveré loca--.

El estrés de Eloísa era muy distinto, por fin había visto algo que les vendría muy bien a Pablo y a ella para iniciar su vida en común, una casita tipo chalet no muy grande, con jardín trasero y un porche rodeado de setos que les permitirían tomar el sol fuera sin molestas miradas que les restara intimidad. Ya había hecho partícipe a Pablo de su ilusión por la casa, le comentó los pormenores de la vivienda y estuvieron de acuerdo en las condiciones económicas, que por supuesto pagarían entre los dos... sólo faltaba que Pablo encontrara el tiempo para ir a verla, últimamente había estado muy ocupado con las reuniones de accionistas y le prometió hacerlo en cuanto tuviera un hueco libre en las pesadas negociaciones.


Efectivamente Pablo estaba desbordado, no sólo por el trabajo que le absorbía de  forma esponjosa y veía como mermaba cada día su tiempo libre, también se daba cuenta  de que su puesto en la empresa cada vez le pesaba más y más, de que nunca podría delegar responsabilidades puesto que era el primer peldaño en el escalafón de la junta directiva y que no había posibilidad a corto plazo de alcanzar un nivel laboral más alto y poder comportarse como la mayoría de los grandes ejecutivos que, -por regla general- tienen tiempo para todo, él no era hombre de ver pasar su vida entre libros y cuatro paredes, necesitaba tiempo… un tiempo para cada cosa y desde luego no quería vivir sólo para el trabajo, la vida era demasiado bonita y corta y él la quería disfrutar al máximo, exprimirla y tomar todo el jugo que le ofreciera… ya sabría él endulzar los tragos amargos y sacarles en contrapartida, el mejor provecho posible. Tampoco era esto todo lo que le agobiaba,  últimamente Eloísa le estaba presionando un poco con lo de cambiar de domicilio, vivir juntos  y formar un hogar, antes quería estar seguro de muchas cosas.






Continuará 



viernes, 22 de febrero de 2013

Después tú --9--




5 --- Frenesí.










Las vidas de las gemelas seguían paralelas aunque ellas no quisieran darse cuenta.
Eloísa era feliz,  se sentía bien consigo misma y con los demás,  pero no con su hermana. Había pasado un mes desde la cena en el mirador,  su rutina en el trabajo seguía siendo la misma, no había cambiado "casi" nada, sólo que ahora sí tenía prisa por terminar su jornada y marcharse, ahora sí tenía cosas importantes que hacer que no eran quedar con sus amigos -- que también lo hacía de vez en cuando--. Era importante para ella ver a Pablo, desde aquella noche, se sentía más unida a él, se atrevía a decir que le quería  y se quedaba a dormir en su casa más de una vez. Habían decidido que buscarían otro apartamento para convivir y eso también era importante, estaban de acuerdo en que éste sí estuviera en las afueras y mientras lo encontraban, irían organizando las cosas para el próximo traslado. Eloísa pensaba que no engañaría del todo a su hermana con lo de vivir en las afueras y de esa manera no se arriesgaba a que Emilia estuviera tan cerca.

Sin embargo, la vida de Emilia sí había cambiado en algo, ya no era tan sosegada en su día a día, el trabajo seguía yendo bien pero le costaba concentrarse a veces,  lo que le suponía tener que levantarse de la silla y salir a la terraza de su despacho para tomar aire. Tenía  momentos de ahogo, de agobio, sin saber porqué desde un tiempo atrás recordaba demasiadas veces la mala pasada que le jugó a su hermana, eso la intranquilizaba, cuando llegaba a casa su pensamiento volaba martirizándola... sí, se martirizaba...sobre todo porque no era tanto el sentimiento de culpabilidad como su deseo interior de volver a experimentar el mismo morbo de la otra vez, de poner en riesgo el que pudieran descubrirla y de poner a prueba una vez más su valor y su arrojo y ¿porqué no confesárselo a sí misma? el deseo de estar con Pablo.

Algo pasaba dentro de ella, no dejaba de pensar en el novio de su hermana y se decía que si lo volvía a hacer y seguían sin descubrirla,  sería ella misma la que de una vez por todas se vengaría de Eloísa diciéndole la verdad. No estaba segura de que lo que la empujaba a la traición fuera precisamente la venganza y hacía todo lo posible para alejar de su mente la noche que Pablo la tuvo entre sus brazos.

Días después llamó a su hermana desde la oficina para pedirle que cenaran juntas.
--- No puedo Emilita, ha surgido un problema con un cliente importante y me temo que del departamento no se va a mover nadie hasta que no encontremos una solución,  pasaremos la noche en vela si hace falta ¿qué se le va a hacer?, otro día, ¿vale?, te dejo, un beso.

En cuanto que colgó, notó que en vez de sentirse decepcionada, lo que sintió fue alivio. Los engranajes de su cabeza empezaron a rodar despacio y poco a poco las malas ideas se iban apoderando de ella. No dejaría escapar esa oportunidad.

--- ¿Quién es?--preguntó la conocida voz.
--- Abre, soy yo.
Entró y se dirigió al ascensor. Esta vez prefirió mirarse al espejo y pensar, haciéndolo, que no tenía nada que envidiarle a su hermana, que había hecho un buen trabajo imitándola, pero... ¿seguro que no había "nada" que le envidiara?

La puerta estaba abierta como la primera vez pero en esta ocasión Pablo la esperaba extrañado.

--- Pero, ¿qué ven mis ojos? ¡Sorpresas te da la vida!
--- Hemos terminado antes de lo previsto, pero si quieres me voy. -- lo dijo convencida y con una sonrisa pícara--
--- Ni hablar, no te esperaba pero eso no quiere decir que no esté encantado con tu sorpresa, ahora mismo me pongo a preparar la cena, yo pensaba descongelar una pizza para mí.
--- Hazlo si quieres, yo me preparo un sándwich,  sabes que no me gustan las pizzas.--sabía que su hermana no las quería ni ver--
--- Vale, pero déjame servirte una copa de vino.

Mientras Emilia le daba pequeños sorbos al vino, miraba atentamente lo que Pablo iba haciendo en la cocina, no dejaba de sonreír y ella creyó de verdad que la inesperada llegada de Eloísa le había ilusionado.
No paraba de mirarle y pensaba que ese hombre sí sabía hacer feliz a una mujer...era lo que ella hubiera querido tener...lo que ella se merecía.







Continuará




lunes, 18 de febrero de 2013

Después tú--8--



4---¿Qué te has creído?--2--




De nuevo en la oficina,  le sonó el móvil, miró la pantalla, lo cogería dependiendo de quién fuera... era Pablo-Paul, ja, ja, --rió recordando la historieta que le contó a Emilia-- a él sí le contestaba, siempre que la llamaba sentía cosquillitas en el estómago, lo que empezó como un reto personal para joder a su hermana, se había convertido en algo más serio, en eso no la engañó, todavía no sabía si eso era estar enamorada pero desde luego no había ninguna duda de que se lo pasaba con él de maravilla y creía que pronto daría el paso que Pablo estaba esperando, la deseaba y sabía que no podía retrasar más el momento de sexo entre los dos,  se veían sólo dos o tres veces en semana y ya le había comentado su deseo de vivir juntos cuando ella estuviese preparada. Pensó que ya lo estaba, tenía tantas ganas como él de entregarse a tan esperado momento de pasión.
--- Dime Pablo, ¿cómo estás?
--- Bien, oye, nos vemos esta noche, recuerda que tengo entradas para el estreno de esa película que te mueres por ver, pero te llamo para decirte que antes cenaremos donde tú quieras.
--- Está bien, lo que tú digas o hagas me parece bien, ya lo sabes.
--- No todo, ¿eh? no todo, si por mí fuera no necesitaría llamarte para decirte esto... lo hubiéramos hablado en nuestra casa a la hora del desayuno.
--- Ya, bueno, no desesperes, te prometo que esta noche será especial.--se ruborizaba mientras lo decía--.
--- Estaré esperando esa especialidad con toda mi alma, hasta luego.
Cuando colgó, hundió la cara entre sus manos, emocionada, la voz de Pablo había sonado con tanta ternura que si lo hubiera tenido cerca en esos momentos lo hubiese estrujado con todas sus fuerzas a base de besos y abrazos... sí, ya era la hora de comprometer su vida un poco más.

Se arregló con esmero, eligió un vestido beige por encima de las rodillas con un abrigo color café,  sus zapatos eran altos como siempre, de color marrón al igual que el collar de tres vueltas largo que se había colocado al cuello, el bolso era del mismo tono que el vestido, estaba preciosa, la elegancia era su sello personal, se pusiera lo que se pusiera, sabía vestirlo. Su maquillaje era muy natural, se había recogido el pelo hacia el lado izquierdo de la cara y dejaba ver colgando de sus orejas dos brillantes en forma de corazón que le iluminaban  el rostro,  había acertado con todo el atuendo, sólo esperaba que Pablo supiera verlo.

La recogió temprano y cuando la vio no supo qué decir, la miraba intensamente, paseaba su vista desde la cabeza a los pies y sonreía, Eloísa notó como su calor corporal subía hasta su cara y la enrojecía.... hacía años que no se ponía colorada ante un hombre, que dejó de ser una colegiala y se avergonzaba por cualquier mirada o piropo, pero en ese instante se sintió así, como si fuera la primera vez que la miraban con deseo y ella, azorada, no pudiera devolver la mirada. Su reacción fue la de quitarle importancia al momento y le dijo entre risas..."anda, vámonos".

Cenaron en un mirador con fama de romántico por la afluencia de público joven, parejas enamoradas en su gran mayoría, estaba decorado con gusto y discreción, sólo iluminado por pequeñas lámparas de diseño que había en las mesas, cada una de ellas diferente a las demás.  Sus paredes, a excepción del lado derecho donde tenían instaladas las cocinas, eran todas acristaladas, con unos suaves visillos casi transparentes en los que brillaban unas pequeñísimas motas plateadas que a la luz tenue de las lamparitas semejaban un cielo estrellado,  verdaderamente era un lugar acogedor donde se cenaba casi en la intimidad y se podía admirar de paso un panorama visual envidiable en cualquier estación del año, cada temporada tenía su encanto. La noche se alió con Pablo mostrando a Eloísa toda su belleza otoñal y haciéndole sentir que no hubiera estado mejor con nadie en ningún otro lugar del mundo.

Iban de regreso a casa, esta vez a la de Pablo, todo había sido maravilloso, la película le gustó como esperaba,  pero si hubiera podido elegir, hubiese preferido perdérsela y continuar charlando en aquella mesita coquetona del mirador,  donde por primera vez había tenido sensaciones y deseos que confirmaban los sentimientos que habían nacido entre Pablo y ella.  No quería retrasar el momento, al contrario, lo esperaba con ansiedad  y  por eso mismo,  cuando salieron del cine,  fue ella la que habló primero.

--- Ha sido una noche maravillosa, Pablo, pero no me gustaría estar sola lo que queda de oscuridad.
--- Creí que nunca me lo dirías, ven aquí. --la atrajo hacia sí y la besó con ternura...fue ella la que se apretó más contra él y le volvió a besar, esta vez apasionadamente.




 Continuará.



jueves, 14 de febrero de 2013

Después tú ---7---




 4--- ¿Qué te has creído?


Estaba segura de que ese día recibiría una llamada de su hermana o de Pablo al haber sido descubierta, se esperaba cualquier cosa, sabía que Eloísa la pondría como los trapos, que ella se sentiría avergonzada y que podría decirle: (tú tienes la culpa, me has estado engañando todo este tiempo).
Pasó la jornada un tanto nerviosa, no comprendía cómo pasaban las horas sin que ninguna llamada se produjera, ni de uno ni de otra... estaba empezando a pensar que Pablo no había notado nada, que no se había dado cuenta del cambiazo, que lo había hecho tan bien que él creyó que la que tenía entre sus brazos era su Eloísa, ¿cómo podía ser? ¿De verdad eran tan idénticas?, sonreía por haber conseguido imitar tan a la perfección la indumentaria y la forma de actuar de su hermana... pero ¿era posible que no hubiera hablado con Eloísa en todo el día? ¿Que no saliera el tema de la noche anterior en su conversación?, lo único que podía llegar a pensar era que él estuviera acostumbrado a ese comportamiento y no le extrañara las rarezas de su hermana, de todos modos, mejor para ella, aunque tenía muy claro que no volvería a repetir esa locura... ya encontraría la ocasión de devolverle la ofensa a Eloísa y hacerle ver que de tonta no tenía un pelo.

Poco tiempo después,  llamó a su hermana para quedar y hacer algo juntas y así aprovecharía para averiguar si Elo intuía algo de aquel día. Reservaron mesa en un buen restaurante y después irían al teatro, a ambas les gustaban las comedias románticas.

Estaban ya degustando el segundo plato cuando después de un rato en silencio, Eloísa tomó la palabra con seriedad.
--- Tengo que contarte una cosa Emilita.
--- Dime.
--- Estoy conociendo a una persona.
--- ¡Ah! ¿Sí?, ¿hombre o mujer?
--- No seas sarcástica, hermanita, esto es serio
--- ¿Y qué tal es? ¿Le conozco?
--- No no, es un nuevo compañero de la oficina, ocupa un cargo de directivo que le ha dejado su padre por jubilación.
¡¡¡Pero será pájara...!!! ¡Me sigue mintiendo!
--- ¿Cuánto tiempo hace que le conoces? ¿Es guapo? ¿Cómo se llama?
--- Paul, su padre es francés, no es que sea muy guapo pero sí atractivo, nos conocimos en la fiesta de la empresa, hace dos meses.
¡¡¡Embustera!!!,  su padre es de Barcelona, vale que Paul sea Pablo, no es guapo... sino guapísimo y que yo sepa hace al menos cuatro meses y medio que le conoces porque fue cuando le conocí yo.---todo esto, lo repasaba mentalmente Emilia a medida que a su hermana le iba creciendo la nariz como a Pinocho.
--- ¿Os va bien?--preguntó--¿cuándo me lo vas a presentar?
--- Nos estamos conociendo y vamos bien pero la presentación tendrá que esperar porque estará de viaje varios meses y seré yo la que vaya a visitarle de vez en cuando.
Eloísa disfrutaba con cada mentira que creía que le colaba a su hermana y estaba loca si pensaba que se lo iba a presentar... si le contaba todo eso era para que rabiase y que pensara que tal vez se casara antes que ella, pero Emilia también disfrutaba al saber engañada a su hermana, era una tremenda necia por creer que sus mentiras le estaban haciendo mella y sentía un extraño placer al recordar que era ella la que la había traicionado en algo que por lo visto parecía importante para Eloísa. Siguió poniendo a prueba la paciencia de su hermana.
--- ¿Dónde os veis, en su casa o en la tuya?
--- Normalmente fuera de casa aunque un par de veces hemos cenado en la suya.
--- ¿Dónde vive? ¿Aquí en la ciudad?
--- No, bueno sí, a las afueras, de seguir todo bien, compraremos o alquilaremos algo céntrico para los dos.
¡¡¡Valiente zorra, como si no estuviérais juntos ya!!!--pensaba Emilia
--- Bueno, pues me alegro mucho por ti, no te vayas a casar sin presentármelo, ¿eh?
--- Eres tonta, gracias por alegrarte, algún día también tú conocerás a alguien y podremos salir los cuatro, ja ja ja.
--- Ja, ja, ja...sí, algún día.
A partir de ese momento y hasta que terminaron de cenar, la conversación se volvió trivial y escasa... una forma tonta de pasar el tiempo.
Volvieron a recuperar la risa alegre durante la función de teatro, era una obra en la que todo el mundo lo pasaba bien, con buen argumento y numerosos sketch que invitaban a la carcajada. Las dos rieron con ganas y olvidaron por dos horas sus diferencias, sus rencores, sus envidias, sus ambiciones y sus temores, era como si la vida les diera una tregua para volver a ser hermanas, para volver a sentirse unidas como si ninguna de esas mutuas putadas hubiera existido. Fueron dos horas estupendas.
Se despidieron con un sincero beso en la puerta del teatro y tomaron un taxi por separado.

Eloísa llegó algo cansada, le dolían los pies y sonreía al recordar la velada, --Emilita, cuando quiere… sabe entretener y se pasa bien con ella-- Se fue a dormir. 






Continuará





¿Es el día de los enamorados?

 

 

 


Debo estar confundida.... ¿hoy es el día de los enamorados?

Pero.... ¿no fue ayer?... y ¿anteayer? ¿y el anterior? ¿y todos los anteriores?

Y..... ¿no será mañana? y ¿pasado? y ¿el siguiente? y ¿todos los siguientes?

Pues, buah.... no me convence a mi eso........ un amor que sólo tiene un día.




Nota Reposición del post publicado el día 14 de Febrero de 2009,  (porque sigo pensando lo mismo), seguramente lo repondré cada año mientras siga pensándolo.





 











lunes, 11 de febrero de 2013

Después tú --6--






3--¡¡Zorra!!--2--



Tuvo que tragar saliva... (Dios mío --pensó-- ¡es un hombre! y ahora ¿qué hago?), la pregunta se repitió y el bichito que le picaba con tanta insistencia la traicionó ---Soy yo---. La puerta se abrió después de un agudo "prrrr".
Esperó que el ascensor bajara y mientras lo hacía su cabeza le daba vueltas, se arrepentía de lo que estaba a punto de hacer pero ya no podía dar un paso atrás, su tenacidad era admirable, ahora sólo pensaba en qué actitud tener para entrar en esa casa y qué palabras pronunciar para paliar la extrañeza del hombre al verla llegar. Pulsó el botón del quinto y dejó la mente en blanco hasta el momento de plantarse ante la puerta abierta del apartamento.
--- Entra, estoy hablando por teléfono.
Conocía el piso y dirigió sus pasos hacia el salón, de allí venía la voz, temblaba imperceptiblemente, sentía frío, avanzaba despacio retrasando la entrada, pero inevitablemente estaba a punto de encontrarse con el hombre con el que se veía su hermana y sabía que aunque gemelas idénticas, él se daría cuenta de su engaño y todo se vendría abajo... No le importaba.
Llegó al salón y sus ojos lo barrieron entero antes de pararlos en la figura masculina que, de espaldas, continuaba hablando por teléfono, era incapaz de pensar, sólo tenía prisa por que todo pasara cuanto antes y poder salir de allí.

Contenía la respiración, si hubiera podido, se hubiese negado a respirar para que no se notara en su abultado pecho el sube y baja del aire y se controlaba como buenamente podía, de pronto el interlocutor colgó el auricular y se giró... fue cuando pasó justamente lo contrario de antes, ella quería respirar, necesitaba coger aire y por un momento creyó que todas sus funciones vitales se paralizaban, --respira, respira tranquila, no debe notar nada, venga, despacito, ve inspirando y verás como todo se normaliza--- lo iba pensando y se iba relajando.
¡Dios mío, era Pablo!!
Fueron segundos interminables hasta que oyó su voz:
--- ¡¡qué sorpresa!! ¿Qué haces aquí?
--- Quería estar contigo (era lo único que se le ocurrió para no parecer sospechosa)
--- Ummmmm, qué halagador, pero no te esperaba, nuestra salida nocturna era para dentro de tres días.
--- Ya lo sé, pero quería verte esta noche y me apetecía ir a cenar hoy. (Se arriesgó diciendo eso,  pero pensó que la salida nocturna a la que se estaba refiriendo llevaría incluida una cena romántica en cualquier sitio).
Pablo sonrió y se le acercó, la abrazó primero con ternura y después deslizando su boca hacia la suya, la besó largamente.
--- ¿Tienes frío? estás temblando.
--- Sí, he venido paseando y hacía frío.
--- Ven, te voy a poner una copa y así entras en calor antes de irnos.
No era frío sino lo contrario, temblaba pero de estremecimiento, nunca la habían besado así, había notado su pasión en el beso y eso la descolocaba,  no sabía si podría continuar, esas caricias no iban destinada a ella,  eran para otra mujer y le resultaría muy complicado fingir que las recibía siendo la otra...complicado, pero no difícil, le había resultado facilísimo aceptar esas muestras de Pablo, le habían gustado hasta el punto de estremecerse  ¡menos mal que él lo confundió con frío!, hubiera sido bonito que fueran para ella, por algo le había gustado tanto el día que lo vio por primera vez al lado de su hermana.
En verdad entró en calor con la copa de vino y se quitó el abrigo...él la miró de arriba a abajo, admirando lo que veía, se sentó a su lado y la volvió a besar...esta vez pudo controlar sus emociones, no tembló y correspondió al apasionado beso.
--- Si quieres podemos dejar la salida para el día acordado y esta noche cenamos en casa.
Contestó "de acuerdo" entre beso y beso.

La mañana siguiente en la oficina se le estaba haciendo demasiado aburrida y tediosa,  no se podía concentrar en nada y sus pensamientos aprovechaban cualquier descuido para volar. Recordaba segundo a segundo la noche pasada, no había nada que hubiera olvidado ¡cómo podría!  No se arrepentía de nada pero no dejaba de pensar que se había comportado como una libertina al acostarse con el hombre de su hermana por venganza, aunque eso tenía también otras lecturas, es verdad que la inquina que sentía por Eloísa por haberla manipulado y mentido de esa manera, la habían inducido a actuar de mala fe, pero ella no sabía lo que iba a encontrar en el apartamento y lo que hizo, no lo hizo con premeditación y alevosía, lo hizo con total entrega y correspondiendo con todo su cuerpo a cada beso y caricia que se prodigaron. Intuía que el día y la noche pasados tendrían consecuencias.






Continuará.