5 --- Frenesí.
Las vidas de las gemelas seguían paralelas aunque
ellas no quisieran darse cuenta.
Eloísa era feliz, se sentía bien consigo misma y con los demás, pero no con su hermana. Había pasado un mes
desde la cena en el mirador, su rutina
en el trabajo seguía siendo la misma, no había cambiado "casi" nada,
sólo que ahora sí tenía prisa por terminar su jornada y marcharse, ahora sí
tenía cosas importantes que hacer que no eran quedar con sus amigos -- que
también lo hacía de vez en cuando--. Era importante para ella ver a Pablo,
desde aquella noche, se sentía más unida a él, se atrevía a decir que le quería
y se quedaba a dormir en su casa más de
una vez. Habían decidido que buscarían otro apartamento para convivir y eso
también era importante, estaban de acuerdo en que éste sí estuviera en las
afueras y mientras lo encontraban, irían organizando las cosas para el próximo
traslado. Eloísa pensaba que no engañaría del todo a su hermana con lo de vivir
en las afueras y de esa manera no se arriesgaba a que Emilia estuviera tan
cerca.
Sin embargo, la vida de Emilia sí había cambiado
en algo, ya no era tan sosegada en su día a día, el trabajo seguía yendo bien
pero le costaba concentrarse a veces, lo
que le suponía tener que levantarse de la silla y salir a la terraza de su
despacho para tomar aire. Tenía momentos
de ahogo, de agobio, sin saber porqué desde un tiempo atrás recordaba
demasiadas veces la mala pasada que le jugó a su hermana, eso la
intranquilizaba, cuando llegaba a casa su pensamiento volaba martirizándola...
sí, se martirizaba...sobre todo porque no era tanto el sentimiento de
culpabilidad como su deseo interior de volver a experimentar el mismo morbo de
la otra vez, de poner en riesgo el que pudieran descubrirla y de poner a prueba
una vez más su valor y su arrojo y ¿porqué no confesárselo a sí misma? el deseo
de estar con Pablo.
Algo pasaba dentro de ella, no dejaba de pensar en
el novio de su hermana y se decía que si lo volvía a hacer y seguían sin
descubrirla, sería ella misma la que de
una vez por todas se vengaría de Eloísa diciéndole la verdad. No estaba segura
de que lo que la empujaba a la traición fuera precisamente la venganza y hacía
todo lo posible para alejar de su mente la noche que Pablo la tuvo entre sus
brazos.
Días después llamó a su hermana desde la oficina
para pedirle que cenaran juntas.
--- No puedo Emilita, ha surgido un problema con
un cliente importante y me temo que del departamento no se va a mover nadie
hasta que no encontremos una solución, pasaremos la noche en vela si hace falta ¿qué
se le va a hacer?, otro día, ¿vale?, te dejo, un beso.
En cuanto que colgó, notó que en vez de sentirse
decepcionada, lo que sintió fue alivio. Los engranajes de su cabeza empezaron a
rodar despacio y poco a poco las malas ideas se iban apoderando de ella. No
dejaría escapar esa oportunidad.
--- ¿Quién es?--preguntó la conocida voz.
--- Abre, soy yo.
Entró y se dirigió al ascensor. Esta vez prefirió
mirarse al espejo y pensar, haciéndolo, que no tenía nada que envidiarle a su
hermana, que había hecho un buen trabajo imitándola, pero... ¿seguro que no
había "nada" que le envidiara?
La puerta estaba abierta como la primera vez pero
en esta ocasión Pablo la esperaba extrañado.
--- Pero, ¿qué ven mis ojos? ¡Sorpresas te da la
vida!
--- Hemos terminado antes de lo previsto, pero si
quieres me voy. -- lo dijo convencida y con una sonrisa pícara--
--- Ni hablar, no te esperaba pero eso no quiere
decir que no esté encantado con tu sorpresa, ahora mismo me pongo a preparar la
cena, yo pensaba descongelar una pizza para mí.
--- Hazlo si quieres, yo me preparo un sándwich, sabes que no me gustan las pizzas.--sabía que
su hermana no las quería ni ver--
--- Vale, pero déjame servirte una copa de vino.
Mientras Emilia le daba pequeños sorbos al vino,
miraba atentamente lo que Pablo iba haciendo en la cocina, no dejaba de sonreír
y ella creyó de verdad que la inesperada llegada de Eloísa le había ilusionado.
No paraba de mirarle y pensaba que ese hombre sí
sabía hacer feliz a una mujer...era lo que ella hubiera querido tener...lo que
ella se merecía.
Continuará
Estas dos me están llevando a una situación bipolar ya no sé quién es quién. Y Pablo o es un tonto o un aprovechado.
ResponderEliminarFeliz fin de semana Yesta.
Esto puede acabar como el Rosario de la Aurora.
ResponderEliminarBesos.
Madre mía! hay algo físicamente que debe diferenciarlas: un lunar, una mancha en la piel, algo! y Pablo lo tiene que descubrir porque sino...se está haciendo el tonto.
ResponderEliminarPero mira que son brujas estas hermanas. Se masca la tragedia... qué tensión!
Saludos!
Y vas y te saltas el primer encuentro entre Eloísa y Pablo, que para Pablo en realidad es el segundo, que jodía, yo quería escenas tórridas y alguna sospecha o duda por parte de Pablo ¿O las tiene y se las calla? hummmmm
ResponderEliminarBesos, nos volverás locos, lo sepas
Curioso que Pablo y la hermana malvada nunca descubrieran la suplantación.
ResponderEliminarHizo bien Emilia en intentarlo de nuevo, si el chico y la hermana se iban a vivir juntos ya todo sería mucho más difícil.
Muy dura la frase final, pues muchas veces sentimos que la vida y los demás no nos dan lo que merecemos.
Como dice Macondo esto puede acabar a palos, o peor a puñalada limpia. Joder que recua.
ResponderEliminarUn abrazo.
jajajajajajajajaja me río de comentario de Rafa que me precede....
ResponderEliminarLo triste es que puede que tenga razón....
Los juegos, a veces, tiene un precio....