17 --- Empezar de nuevo
Emilia, intentó distraerse con la decoración de la
casa, abría cajas, organizaba cajones, ponía en orden su pequeña biblioteca,
arreglaba estanterías y vestía las
paredes con sus cuadros y las habitaciones con su propia ropa de hogar… pero a
veces, sus pensamientos le jugaban malas pasadas y entonces tenía que parar y
sentarse a llorar, no comprendía cómo le quedaban lágrimas todavía, había
derramado tantas que sus ojos no habían
dejado de estar hinchados desde que llegó
a su nueva casa. Pronto tendría que cambiar de actitud, en diez días estaría en
su flamante despacho con personas a su cargo que no podían verla así, tendría
que ser la de siempre… decidida, con don de mando, estricta pero alegre, buena
compañera de los demás y sobre todo, con presencia, y eso quería decir, que su aspecto
debía ser fresco y descansado, su maquillaje, natural pero seductor y su mirada
firme pero sin una pizca de tristeza.
Decidió que lo haría cuanto antes, tenía que
empezar de nuevo, otra vida, otros amigos, otro trabajo, otro lugar… pero para eso tendría que cerrar
una etapa amarga y emprender otro camino.
Eloísa seguía con el teléfono apagado, tal vez
había cambiado de móvil. No podía recomenzar su vida sin que su hermana supiera
todo lo que tenía que decirle y la única forma era escribirle una carta de su puño y letra y que ella
decidiera si quería abrirla o no.
“Querida
Eloísa:
No sé con qué
palabras empezar esta carta, estoy temblando como una tonta aunque estoy casi segura de que no la leerás, si no
lo haces, estarás en tu derecho, pero si tu corazón necesita, como el mío,
saber… y la abres, créeme si te doy mi
palabra, --sé que para ti ya no vale nada—de que en lo que te escribo, va mi alma.
Nos hemos puesto
las zancadillas una a la otra, toda la vida, hemos querido ser siempre las
ganadoras y las primeras en todo, nos hemos hecho verdaderas faenas sin tener
en cuenta que lo único que teníamos, era a nosotras mismas. De nada sirve ahora
reprocharnos lo que hicimos, nos hemos
lastimado por conseguir cosas tan superficiales como el alquiler de un piso.
Reconozco que mi sed de venganza fue al principio lo que me movió a
traicionarte, pero te puedo asegurar que nunca premedité que fuera de esa
forma, no supe que tu relación iba tan en serio hasta que ya, yo misma me vi
envuelta en otra paralela. Infinidad de
veces me pregunté cómo podía ser posible que no hubiérais descubierto mi doble
juego, había suficientes detalles para que alguien medianamente listo se
preguntara algunas cosas, me resultaba
extraño, pero a la vez, me aseguraba a mí misma que se debía a que vuestra comunicación era nula y que así no podía funcionar la
relación.
Me enamoré
ciegamente y mis sentidos ya no veían otra cosa que mi derecho a ser feliz.
Tardé en darme
cuenta, pero al fin lo hice, supe que no quería hacerte daño y que
desaparecería de vuestras vidas con la intención de que fuerais felices en el
futuro que os esperaba. Di el paso preciso para que esto se cumpliera, si lo
dudas, lo puedes comprobar. Eres demasiado importante para mí y no podía seguir
adelante.
Ahora, a la
vista de los acontecimientos, me explico y comprendo muchísimas cosas que no
supe ver a tiempo de evitar todo el sufrimiento ocasionado.
Adiós Eloísa.
Por favor, no
dejes de quererme.
Emilia.”
La envió por avión certificada para asegurarse que
por lo menos la recibía, otra cosa es que quisiera leerla o simplemente
romperla.
Se prometió a sí misma que intentaría por todos los
medios llevar la vida lo mejor posible, que procuraría adaptarse a todos los
cambios que irremediablemente se le habían echado encima, aunque alguno de
ellos le provocaran para siempre un terrible vacío en el corazón.
Le proporcionaron un buen recibimiento en su nuevo
puesto, todos fueron muy amables y solícitos, lo que más le sorprendió es
que no tenía secretaria particular, sino secretario… un buen mozo de
unos veintinueve o treinta años, muy diligente y seguro de sí mismo que desde
el primer momento le cayó bien, era normal que a estas alturas de los años dos
mil, no hubiera discriminación alguna de sexo a la hora de acceder a un puesto
de trabajo, pero había que reconocer que
la mayoría de esas responsabilidades recaían en mujeres y además con buena
presencia… ¿Por qué sería?
Su secretario se llamaba Enrique, pero todo el mundo lo conocía por Enri, no
Henry ni Riki, no, era Enri. No se le
notaba a la legua, ni tampoco en sus ademanes, pero Enri, reconocía
abiertamente cuando surgía el tema, que era homosexual. Sin ningún problema.
Su eficiencia y su diligencia, primero, y después
su simpatía, su agrado con ella y su saber estar, hizo que le tuviera un gran
aprecio.
Con el paso de los meses, se convirtió en su
primer buen amigo. Luego ya vinieron otros.
Continuará
A ver que resultado da la carta, poco, me da la sensación, no es suficiente para esa herida.
ResponderEliminarBesos
Eliminar¿Tú crees?. Es que ya somos expertas en heridas, jefa. Reconozco que soy un pelín rencorosa y a mí no me hubiera servido de nada la carta.
Besos apretaos.
Esto me gusta mucho, Yeste. Hay veces en la vida que hay que cortar, que empezar de 0, de romper con todo el pasado, incluso con algunos familiares. Es como un amanecer en medio de la noche. Me alegro de que ella tuviera el valor para hacerlo y para empezar de nuevo.
ResponderEliminarSigo apostando por que acabará reconciliada con la hermana.
EliminarDebe costar mucho romper con todo, empezar de cero, aunque a veces es lo mejor para encontrar la paz en uno mismo.
Sigue con tus apuestas, Fernando, a ver qué tal.
Besos.
Bueno después de lo mal que se han llevado, lo mismo hay sorpresas y todo acaba de manso como una balsa de aceite.
ResponderEliminarUn abrazo.
EliminarComo aquél bolero que decía...."quizás, quizás, quizás", jajaja.
Besote.
Así que le escribe la carta y le llama tonta por no haber descubierto el pastel...no se yo si con esas maneras va a ablandar el corazón de Eloisa.
ResponderEliminarCreo que si fuera ella-Eloisa-leería la carta. La curiosidad femenina suele ser invencible.
Yo ya veía a Emilia consolandose con Enri... :)
Besos
EliminarYo no sé qué hubiera hecho, la curiosidad es muy mala, a lo mejor la hubiera abierto pero también el rencor y la rabia son malos, quizás la hubiera roto del tirón sin leerla.
Nadie sabe ciertamente qué haría en lugar de otro.
Besos apretaos, Luisa.