--15-- Encuentros
Le habían dicho que la confirmación llegaría en
dos semanas, pero que podía disponer de todo el tiempo necesario para el
traslado. Los gastos de la mudanza
corrían a cargo de la empresa y también harían los trámites oportunos para el
alquiler de una casa.
A su hermana le diría que le habían ofrecido un
puesto en otra ciudad porque necesitaban sus gestiones de organización y porque
además sería un paso importante para poder optar a convertirse en accionista de
la compañía.
Sabía que era la única forma de convencer a Eloísa
de su marcha y esperaba que con ella, desaparecieran las rivalidades, las
competiciones, la envidia, la venganza y los sinsabores.
De Pablo no podría despedirse porque entre ellos
no había habido relación alguna, no habían compartido nada, no les unía ningún
lazo de amistad y… porque ella era
Emilia y no Eloísa.
Todo se estaba desarrollando tal como lo tenía
pensado, apenas le quedaba en el trabajo una última semana, así que había
llegado la hora de quedar con Eloísa y
contarle lo que iba a hacer con su vida.
Ya casi todo estaba listo, como buena profesional,
dejaba todo ordenado en carpetas,
balances cerrados y organizados, historiales de clientes en sus respectivos
dossiers y los archivos al día para los que llegaran detrás.
Sólo le quedaba –eso lo haría el último día—meter
en cajas sus objetos personales y un
buen trozo de su vida, era lo que más le pesaba. Esa tarde llamaría a su
hermana.
No quiso comer con sus compañeros, fue sola a una cafetería cercana y
solicitó un sándwich vegetal por echarle
algo al estómago, no tenía apetito, después pidió un café.
Cuando pagaba la consumición, le sonó el teléfono,
miró la pantalla… era Pablo, ¿Qué hago
Dios mío? –Pensaba-- ¿cuelgo o hablo con él? –Será la última vez--. Descolgó
--- Hola
--- Hola, Elo, necesito verte, quedamos esta tarde
en el sitio de siempre, a las siete.
--- Pablo…
--- Nos vemos luego, un beso. –colgó—
Pobre Emilia, necesita verte –se decía y seguía
pensando su monólogo—pues ¿sabes qué? Voy a ir, ésa será mi despedida, me verás
por última vez, a mí… a Emilia-Eloísa y llevaré tu imagen en mi retina el
tiempo que mi corazón tarde en olvidarte.
Se arregló y se maquilló como siempre, Pablo no
podía notar nada extraño en su comportamiento y tendría que hacer de tripas
corazón para mantener una conversación agradable sin que él notara nada raro.
A Eloísa la llamaría más tarde para quedar al día
siguiente.
Como siempre, tomó un taxi y le dio la dirección,
esta vez no se había dado ninguna prisa por salir de casa, sabía que no llegaba
tarde pero lo hizo con mucha parsimonia, no
tenía ninguna premura por verle porque no le merecía la pena encontrarse
con una persona a la que no volvería a ver más y sabía que eso sería su
salvación para lo que había estado haciendo…
pero también su condena.
El coche aparcó en la misma puerta, a cinco pasos
de la entrada, pagó, bajó y con paso decidido se dirigió al interior.
Ya dentro deslizó la mirada hacia la izquierda
buscando la mesa donde se sentaban siempre,
no lo encontró, después miró a la derecha, y por último al fondo, muy al fondo, allí sí lo
vio y le hubiera gustado que la tierra la tragase.
Pablo estaba acompañado, no entendía nada, su
compañera de mesa era… Eloísa. No le habían visto, así que disimuladamente, se
soltó el pelo de la coleta que llevaba, guardó en el bolso el collar de dos
vueltas largo que se había puesto y unos pendientes que compró iguales a los de
su hermana.
Con paso no tan firme y media sonrisa en los
labios, echó a andar hacia ellos, mientras no reparaban en ella, le dio tiempo a fijarse
en lo distinto de sus gestos, Eloísa
sonreía y Pablo la escuchaba serio, cuando por fin se dieron cuenta de que se
acercaba, ambos cambiaron la expresión
de su semblante, Eloísa dejó de sonreír e hizo un mohín de sorpresa y Pablo
apretó los labios con tanta fuerza que debió hacerse daño.
--- Hola –seguía con la media sonrisa pero sus
ojos no sabían qué hacer—
--- Hola ¡¡Qué sorpresa, Emilia!!
Emilia, siempre tan rápida de pensamientos, en
esta ocasión no sabía qué contestar, estaba
perdida…
Pablo se adelantó.
--- No es una sorpresa, yo os he mandado llamar a
las dos, hay muchas explicaciones que dar.
Eloísa era la única que seguía con la expresión de
sorpresa, Emilia perdía el color de su cara por momentos, pero no dijo nada, la
suerte ya tenía nombre, dejaría hablar a
Pablo.
--- Voy a contar la verdad de lo que ha estado
pasando, pero no quiero que me interrumpáis ninguna de las dos, las dos tenéis
derecho a saberlo y a mí ya me cuesta media vida hacerlo como para que vosotras empecéis con
los reproches. Los tres tenemos muchas
cosas que reprochar, no nos hemos portado bien con nosotros mismos, nos hemos
hecho mucho daño, pero ahora no es el
momento, ahora es la hora de decir la verdad, después tendremos mucho tiempo…
no para reprochar a los demás, sino para llamarnos lo que nos merecemos y
darnos cuenta de que jamás se obtiene la meta deseada si en el camino, mientes
y pateas para saltar por encima y llegar el primero.
Emilia ya no tenía dudas, ya no estaba perdida, se encontró de golpe,
supo que sus esfuerzos para dejarles en paz y no hacerle daño a su hermana, no
habían dado su fruto y la realidad ahora era mucho más amarga.
Eloísa, en cambio, todavía ajena a lo que Pablo
quería decir, sí sospechaba que iba a descubrir su juego con el alquiler del
apartamento, sus mentiras en su relación con Pablo-Paul y la infinidad de
putadas que le había hecho para conseguir ser la número uno en todo.
Pablo continuó el discurso, que sin ellas saberlo
al principio, no era más que su propia confesión.
--- Emilia, cuando nos conocimos te dije que
aunque idénticas las dos, algún día
llegaría a descubrir la diferencia. –siguió hablando—
Eloísa, tu hermana y yo hemos estado viéndonos al
margen de mi relación contigo.
--Emilia intentó dejar claro que la había
suplantado y que él no lo sabía—
--- Sí Eloísa, intenté imitarte lo mejor que pude
para…
--- He dicho que no interrumpáis, sí, Emilia ha estado siendo tú casi desde el
principio, viniendo a casa cuando tú no podías y entregándose a mí en tu nombre, pero lo que Emilia no sabe tampoco, es que
descubrí la diferencia al final del primer encuentro, me di cuenta de quién era
y quise seguir el juego y saber hasta donde era capaz de llegar, imaginé desde
el principio que lo hacía como venganza a tu jugarreta con el piso. Pero la
cosa no quedó ahí y fue entonces cuando me fui convirtiendo en un hombre
despreciable, al comienzo me dije a mí mismo que porqué no aprovecharse de la
situación, tenía la ventaja de poder tener una relación con dos hermanas
gemelas sin que ninguna pudiera sospechar lo que hacía con la otra. Fui dándome cuenta, con el paso de los meses,
de que las dos os habíais enamorado al
mismo tiempo que yo. Ya no tenía valor de hablar, no quería dejar a ninguna de
las dos, no podía renunciar a lo que cada una
me daba. –Cogió aire para continuar—pero antes les dedicó una mirada de
sufrimiento a cada una—
Le dolía en el alma ver la cara de las dos mujeres
que más quería en su vida… el
padecimiento que se reflejaba en ellas.
En la de Eloísa, dolor y rabia, en la de Emilia sólo dolor, un dolor que
atenazaba su garganta y apretaba con tanta fuerza que no dejaba escapar el
sollozo que pugnaba por salir desde hacía rato, sólo en sus ojos vidriosos por las lágrimas
contenidas, se podía adivinar una milésima parte del drama interior que estaba
protagonizando.
--- Era incapaz ya, de renunciar a tu delicadeza,
tu ternura, el amor que me ofrecías con tanta dulzura y tu entrega a la
relación que llevabas adelante a pesar de tus dudas, Eloísa.
Tampoco podía estar sin el ímpetu de tu amor,
Emilia, de tu pasión desbordante y, como paradoja, a todo lo que me entregabas
sin exigencias ni esperanzas de conseguir nada a cambio.
--- Pero el límite de todo, llega. Había jugado
también con mis propios sentimientos, no me estaba dando la oportunidad de ser
feliz realmente. A pesar de mis dos amores, mi corazón me pedía a gritos estar
con uno en especial.
---Sí, Emilia, Eloísa… llegué a enamorarme como un
loco de una de vosotras, con la que hubiera querido estar el resto de mi
vida, a la que deseo y necesito como el
despertar de cada día… y a la que, sin embargo, voy a renunciar porque ello
significaría veros sufrir a las dos, una por verse apartada y la otra por
perder a su hermana apartándola.
--- Es el precio que debo pagar por haber sido un
canalla, ésa será mi penitencia. Espero que algún día, dentro de muchos años
sepa querer a otra mujer y ofrecerle lo que no he podido a vosotras, si eso
llega, lo haré por ti Eloísa y por ti Emilia, sabiendo como sé, que jamás os
podré olvidar.
--- ¿Podemos saber… --empezó Emilia—
--- No, jamás sabréis quien es la que me ha hecho
sentir lo que nadie había conseguido antes, la que supo despertar en mí esa
clase de amor, por la que hubiera estado dispuesto a dar mi vida y por la que,
esa misma vida, desde este momento, se ha roto en mil pedazos.
Por primera vez en toda la conversación, los ojos
de Pablo se llenaron de lágrimas, fue incapaz de mirar a ninguna.
--- Vosotras tenéis mucho de qué hablar, con
sinceridad, con cariño, con mutua comprensión y todo pasará cuando el tiempo
vaya cicatrizando y volváis a necesitaros.
Al decir esto, Pablo se puso en pie, retiró su
silla, les cogió a ambas una mano con cada una de las suyas y echó a andar
hacia la calle.
Las dos sabían que no volverían a verle.
Por unos segundos, no se oyó murmullo alguno en el
restaurante, parecía que la gente les apoyaba con su silencio, pero eso no duró
mucho, la primera en emitir sonido fue Eloísa.
--- ¿Cómo has podido… cómo has podido hacerme
esto? ¿Tanto me odias? Me has arruinado la vida. Esta vez sí te has salido con
la tuya, y te doy la razón… eres la mejor.
Ahora sí lloraba Eloísa… de amor, de pena, de
rabia, de impotencia…
--- Eloísa, por Dios, déjame que te explique, al
principio sí, quería vengarme, pero me enamoré yo también, no quería, pero pasó
y…
--- Ya está bien, Emilia, no quiero saber nada más
de ti, a partir de ahora soy hija única, jamás te perdonaré.
Se fue, dejando en una mesa cualquiera de un
restaurante cualquiera y a partir de ese momento, a una mujer cualquiera.
Emilia, tardó en irse, le temblaban las piernas,
tenía miedo de que si intentaba ponerse de pie, no pudieran sostenerla, esperó…
esperó a tener fuerzas y a que la mayoría de los clientes fueran abandonando el
local por miedo a que pudieran verla tambalearse.
Continuará
Qué lástima. Se veía venir que no podía acabar bien en principio. Un beso.
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EliminarHubiera sido una lástima que la relación hubiera seguido siendo a tres,....un infierno.
Mejor así.
Besos.
Vamos que el tema no lo tienen para muchas fiestas.
ResponderEliminarBesos yeste lima.
La verdad es que no, de momento no están para echar unas risas, ya veremos qué pasa.
EliminarBesotes.
Empieza a aclararse el embrollo. Un día tenía que suceder, pero no pensaba que por parte de Pablo, él tan perfeto ¡qué callado se lo tenía!
ResponderEliminarBesos y feliz fin de semana.
EliminarFíjate, el tonto, el bueno... y por lo visto lo sabía desde el principio, ¡¡cómo saben algunos!!, jajaja.
Besos, Pilar.
Joder!
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EliminarDe eso se ha aprovechado bien Pablo ¿o no?
Besos apretaos.
LA ACTITUD DE ÉL ME HA GUSTADO, CREO QUE NO EXISTE UN HOMBRE ASÍ.
ResponderEliminarSALUDOS
MARIAN
EliminarHola Marian, gracias por tu visita.
Desde luego, su actitud es quizás, la que un hombre honesto consigo mismo y con sus sentimientos, debería tener, lo malo, por decirlo de alguna manera, es que creo que es difícil de encontrar.... o no, puedo estar equivocada, ojalá, y todavía haya personas honestas en cuestiones de amor.
Saludos.
Me ha gustado mucho el giro que le diste al relato, Yeste.
ResponderEliminar¡Ese es mi Pablo! jejejejejeje (retiro lo dicho anteriormente jejejejeje). Todo un hombre, no porque se haya aprovechado de la situación, sino porque fue capaz de reconocerlo y asumirlo y aceptar las consecuencias. Sí, hay hombres así, por suerte.
Besos
EliminarMe alegra de que te guste cómo va la cosa, siempre he querido creer que hay personas así, capaces de sacrificar su amor por la felicidad del otro.
Besos.
Tanto tiempo leyendo esta historia, y ahora no estaba preparada para el final...me he quedado un poco pasmada.
ResponderEliminarEntiendo a Eloisa y su reacción, aunque mis simpatías no se porqué, estaban con Emilia. Me imaginaba que Pablo lo sabía todo, y creo que de quien de verdad está enamorado es de Emilia, pero no estoy segura.
¿El final? No sé, intento buscar otro más satisfactorio, pero no se me ocurre, la situación era demasiado complicada para que pudiera terminar bien aunque sólo fuera para alguno, los tres heridos, vaya tela.
Besitos
Bueno, no es el final pero tampoco creo que tarde demasiado.
EliminarYo estoy contigo, aunque no se sabrá nunca por elección de Pablo, de quién estaba enamorado, no sé porqué, me da también, que es de Emilia.
Siempre se ha dicho que quien juega con fuego acaba quemándose, jajaja.
Y siempre quedará la incógnita.
Apretaos.
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EliminarAh! No ha terminado! Guay! Todavía hay esperanzas entonces...
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Eliminar¡¡¡Jefa!!! ¿Donde has visto tú la palabra Fin? ¿eh?, dí, ¿eh?.
¡Amos que...!
Apretaillo na más.
Este episodio nos confirma, una vez más, que los tíos somos bastante capullos y que con tal de pasar un buen rato no respetamos a nada y a nadie. Era un poco extraño que no se diera cuenta de nada y que la chica pudiera manipularle durante tanto tiempo. La solución que has dado yo creo que está bien pensada, a veces es mejor cortar abruptamente que seguir dando vueltas a la crisis. Al final vuelve lo que ya dije en un capítulo anterior: los amores acaban yéndose y te queda la familia. Apuesto a que las dos hermanas acabarán reconciliadas, sin duda.
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EliminarEn este caso, no sólo el tío se ha portado mal, ellas también han demostrado poca honestidad, y cuando han querido arreglarlo, ya era demasiado tarde para los tres.
No apuestes, Fernando, que no sabemos quién ganará, jajaja.
tienes buenos palpitos.
Besos.
Pues parece ser que al "final" Pablo no era tan malo. Ha sido muy sincero, aunque quizá se ha demorado mucho en sentar a las hermanas para tener esa conversación.
ResponderEliminarEn cuanto a ellas, se lo merecen. Aunque creo que con el tiempo se les olvidará, son hermanas...
Un saaaaludo ^^
ResponderEliminarEso parece, Imagina ¿utopía?, (me gustaba Imaginativa), al final ha tenido un arranque de culpabilidad y sinceridad al mismo tiempo que le ha hecho perder definitivamente a la mujer que amaba.
Besotes.
Lo sé, lo cambiaré en cuanto sepa, porque no me deja... u.U
Eliminar¿La perderá definitivamente?