Inmersa en:

INMERSA EN: NADA ENTRE MANOS....ESPERANDO GANAS.



martes, 23 de abril de 2013

Después tú --19--



14--- Gracias, amigo.







--- ¿Oyes?
--- Sí, dime, Rafael
--- ¿Cuándo es nuestra próxima salida?
--- Espera, --consultó su agenda y a pesar de tenerla muy apretada, contestó rápidamente—
A ver… ¿Te viene bien pasado mañana para comer?
--- Siempre me viene bien, Emilia, tú lo sabes.
--- De acuerdo, te llamaré para concretar el sitio. Un beso.
 Rafael colgó sintiendo  que se había vuelto a encender la lucecita de la esperanza… Emilia, esta vez no se lo había pensado, no le había dicho el consabido “no” inicial y oyó su voz muy decidida, parecía tener ganas del encuentro.

Las horas que pasaron hasta su cita en un restaurante apartado de la ciudad, elegido por Emilia,  le habían servido para darle vueltas a la cabeza y pensaba ilusionado que a lo mejor hoy, cometería por fin el atrevimiento de besarla en la boca.

Habían quedado en que la recogería de la oficina e irían en coche hasta un pueblecito cercano, en cuarenta minutos estarían allí.

A Rafael le gustó el sitio, pensaba que Emilia había sabido escoger el restaurante, era tranquilo, acogedor y no estaba atiborrado de gente… podrían hablar serenamente sin miedo a que las mesas cercanas pudieran oír las confidencias.

Les sirvieron los entrantes y ambos pidieron cerveza muy fría. Para comer, Rafael pidió cordero asado con guarnición de verduritas al vapor  y Emilia se decantó por una dorada a la sal  y  ensalada simple. Ninguno de los dos tomó segundo plato, de postre Rafael quiso café solo y ella, un trozo de tarta de queso con frambuesas.

Durante la comida, la conversación fue variada, hablaron de sus jornadas de senderismo… reían recordando anécdotas,  de la obra de teatro que estrenaba un conocido humorista y showman y del giro que tomaba la vida en ocasiones.
En el primer silencio que se produjo, Emilia no quiso perder la ocasión de cambiar de tercio y trascendencia y poniéndose seria, le dijo:

--- Rafael…
Rafael, supo en ese preciso instante que el alcance de su seriedad, no era el imaginado, intuyó que debía ser importante para que Emilia hubiera querido contárselo en la intimidad de una comida.
Y sabía también que por muy sutil que fuera ella, sus palabras iban a tener un efecto negativo en su relación.
Le daba miedo dejarla hablar.

--- Espera,  Emilia, no digas nada que…
--- No, Rafael, déjame hablar.
Rafael la dejó.

--- Vamos a dejar de vernos, amigo mío. Aunque parezca  presuntuosa, sé, porque mi corazón me lo dice, que todo lo que he intentado para que sólo fuéramos amigos, no ha dado resultado,  sé que te estás enamorando de mí, sé que nunca podré corresponderte,  sé que no quiero hacerte daño por nada del mundo y sobre todo sé que has sido el amigo más querido que jamás he tenido y que nunca  encontraré alguien como tú.
Rafael la interrumpió tímidamente.
--- Pero… no sabes si algún día…
--- Sí, lo sé, yo nunca podré sentir por ti lo que tú sientes por mí, te quiero muchísimo, te voy a echar en falta más todavía, pero por quererte así, es mi obligación desear lo mejor para ti y,  créeme…no soy yo.
--- ¿Hay otro hombre en tu vida?
Emilia sintió que su sangre se agolpaba en su cara, pero no vaciló al contestarle.
--- No es eso, Rafael, pero he sido egoísta al estar contigo sabiendo tus sentimientos y los míos, estaba tan a gusto que deseaba  con todas mis fuerzas que te dieras cuenta que entre nosotros sólo podía existir  una extraordinaria amistad… mientras que yo,  disfrutaba de tu compañía sin pensar en nada más.
--- No digas eso, yo también he disfrutado de tí en cada una de nuestras salidas, lo pasábamos bien juntos, y también fui egoísta, porque imaginándome lo que tú no querías de mí, siempre albergué la falsa esperanza de conseguirlo.
--- Eres como pocos, Rafael, en todos los sentidos,  cualquier mujer…  cuando te conozca,  sabrá valorarte y amarte como te mereces,  no cambies nunca y sigue siendo con las chicas como has sido conmigo.
--- ¿Entonces porque tú no…
--- Yo no soy como tú crees, algún día lo sabrás y puede que ya no quieras recordarme.
--- Nunca me ha importado ni tu pasado ni tu presente si yo no estaba en ellos, así que no te preocupes de lo que puedan contarme en un futuro, siempre me importarás tú.
Te agradezco tu sinceridad, aunque me duela, y mucho, reconozco que tienes razón, es mejor dejarlo ahora, hubiera llegado a quererte con toda mi alma y entonces el dolor hubiese sido insoportable. Gracias, gracias por darme la oportunidad de conocerte. No te olvidaré.
--- Gracias a ti por escucharme y entenderme.
Ahora me apetece una copa de algo fuerte, ¿y a ti?
--- ¡¡Ufff!! También. –llamó al camarero y pidió dos copas de Ballantine’s.
Estuvieron en el restaurante un rato más, haciendo ambos acopio de entereza incluso  cuando, por alguna tontería, dejaban escapar la risa.

Rafael, la acompañó a casa, bajó del coche y  lo rodeó por el morro para abrirle la portezuela a Emilia, ella salió y juntos  se dirigieron, cogidos del brazo a la entrada de la casa.

--- Llegamos –dijo Emilia—
--- Sí
No hubo tiempo para palabras, se abrazaron, fuertemente, sin más, segundos o minutos eternos.  Por la cara de Rafael, rodaron dos lágrimas que Emilia no pudo ver, ella cerró los ojos y apretó los labios con rabia. Nunca encontraría un amigo como él.

Al llegar a su habitación, soltó el abrigo y el bolso en el suelo,  se tiró literalmente en la cama y dio rienda suelta a su pena.

Se quedó dormida cuando ya había amanecido.

A las diez de la mañana llamó a la oficina para decir que no se encontraba bien y que se tomaría un par de días de asuntos propios.

No tenía ninguna enfermedad,  pero su cuerpo apenas la sostenía, sólo tenía ganas de estar en la cama, ya no lloraba,  pero solo quería estar ausente de todo y pensar, sólo eso… pensar.
El segundo día de encierro parecía tener la mente más clara, hizo una cafetera bien cargada y tomaba pequeños sorbos sin cesar, necesitaba estar despierta, el dolor de cabeza era insistente, no quería irse y eso le producía un sopor que tenía que alejar como fuera para seguir pensando con claridad.
Ya había tomado la decisión de alejarse de Rafael, había sido duro, pero ahora  venía lo más difícil, había pensado mucho los últimos días, se había dicho un millón de veces que ella no podría ser feliz si le arruinaba la vida a su hermana y nunca sería capaz de poner a Pablo en la tesitura de elegir entre las dos porque sabía que él quería a Eloísa… tampoco podría estar cerca de ellos, viviendo su felicidad y llevando su amor en silencio… no era mujer para eso, siempre lo había dado todo por su parte en cualquier situación, el cien por cien, pero también exigía lo mismo y sabía que aunque era y había sido muy feliz con Pablo en esa extraña armonía a tres, los días en esa incongruencia estaban contados.

Tenía la certeza de que no tardaría mucho en decidir cuándo hacerlo y cómo, pero desde luego, empezaría a hacer indagaciones sobre el traslado a otras oficinas, otras ciudades o tal vez otro país.



En la oficina, no pasó desapercibido a nadie que la compañera, la  jefa…  no era la misma de un tiempo a esta parte, no compartía con ellos ni  bromas ni risas, casi siempre ponía excusas a los almuerzos con los compañeros y la tristeza hacía que sus ojos no fueran  tan vivos y  alegres. Ya se habían enterado de que estaba esperando la confirmación de su traslado, sabían que se iba lejos pero se les escapaba el porqué. No le conocían pareja sentimental ni le habían oído hablar de ningún hombre, así que ¿Cuál sería el motivo? Podía ser por enfermedad o problemas familiares, pero ¿era tan serio que no les quería decir nada? No les importaba el chismorreo, sólo estaban intranquilos por su falta de explicaciones, siempre habían sido muy buenos compañeros y les preocupaba lo que le pudiera estar pasando.  Sin embargo Emilia no estaba dispuesta a aclararles nada, cuando llegara el día de la partida, les daría una carta de su puño y letra diciendo que la trasladaban a otra sucursal que necesitaba de sus gestiones y que les echaría a todos de menos, que habían sido buenos compañeros y que les dejaba una buena carta de referencias a cada uno de ellos por si alguna vez la necesitaban. Se despediría con un “Gracias, hasta siempre”




Continuará.


6 comentarios:


  1. Os pido perdón a todos por mi retraso en visitaros y en contestar mis propios comentarios, ahora ya estoy más tranquila y volveré a la normalidad, gracias por vuestra espera.

    Besos apretaos.

    Yeste.

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  2. Yeste, querida, no tienes que disculparte. La vida tiene estas cosas y lo más hermoso es poder vivir en libertad sin temor a no cubrir las expectativas de los demás, haciendo lo que hay que hacer, o lo que se puede hacer o hacer hasta donde se alcance.

    En cuanto a Emilia, parece que ha tomado una decisión sensata y honesta por primera vez. Quizás la chica tenga arreglo :)

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  3. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  4. El capítulo más triste de todos los que has escrito, que difícil es el amor a veces...
    Me alegro de tu vuelta a la normalidad, Yeste.
    Besitos

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  5. Los relatos siguen magistralmente su curso, y no te preocupes por atender, ya que primero son las obligaciones.

    Besos.

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  6. Una lástima por Emilia porque se pierde a un hombre como Rafael, pero bien que haya sido valiente y no haya querido jugar con los sentimientos de él.

    A veces creemos que una pasión ciega es amor, pero amor, es mucho más que eso.

    Besos

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