13--- ¡¡ Por nosotros ¡!
Sonó el timbre, una… y dos veces, justo a tiempo,
acababa de salir de la ducha y ya se había puesto un kimono de seda estampado
en colores llamativos cuando oyó la llamada:
--- Vaaa, ya voy
Abrió la puerta con la mano derecha, mientras que con la izquierda intentaba recoger el
agua que goteaba de su pelo, estaba verdaderamente atractiva, el kimono le
favorecía, parecía una chiquilla despreocupada por todo lo que no fuera en ese
momento su bonita melena. En el marco de la puerta había un chico joven con una
caja enorme de una conocida marca de lencería,
cuando vio a la persona que le recibía, miró la caja –sabía lo que
contenía—y después volvió a mirar con más detenimiento a la persona que tenía
delante, más bien, el cuerpo que tenía delante, no desviaba la mirada del kimono… un poco entreabierto en
el escote, y Eloísa, sonriendo, tuvo que sacarle de su embeleso:
--- ¿Me la das por favor?
El chico le entregó la caja y le hizo caso a
Eloísa con mucho gusto cuando ésta le hizo señas de que esperara.
Notaba como unos ojos ansiosos la recorrían de
arriba abajo mientras ella buscaba el bolso para darle una propina. Fue
generosa, le hizo gracia causar esa reacción en un chico tan joven.
Abrió la caja con verdadera ilusión, fue
sacando los envoltorios uno por uno,
desparramando por el sofá el contenido de todos ellos, desde luego entre el
atuendo, sus pies descalzos, el pelo húmedo, la cara libre de todo maquillaje y
la forma en la que se estaba comportando, parecía una jovenzuela alocada
abriendo regalos inesperados.
Miró el reloj y comprobó que se le estaba haciendo
tarde, había quedado con Pablo para comer y en ese momento le contrariaba no
tener tiempo de probarse toda esa maravilla desperdigada… ropa interior,
camisolas y batas a juego, conjuntos de
camisetas de tirantas con su braguita… todo pensado para gustar.
Ya se lo probaría en otro momento, ahora tenía que
darse prisa porque la esperaba el hombre
de su vida, su futuro marido tal vez.
La recogió temprano, el día había despertado
rodeado de colores anaranjados y no presagiaba lluvias. Subieron al coche y
pusieron rumbo a la carretera secundaria.
--- Oye, ¿Me estás raptando? Habíamos quedado para
comer pero no me habías dicho que era
fuera de la ciudad.
--- Calla y disfruta del paisaje, no es un camino
demasiado largo pero estoy seguro que se te hará corto, las vistas parecen de
postal y no todo el mundo tiene suficiente tiempo para regalarse este panorama
y oxigenarse un poco a la vez.
--- Tienes razón, es como si estuviéramos paseando
por los colores de un cuadro paisajista. Tendré paciencia.
Eloísa
hacía memoria y recordaba la primera vez que salió con Pablo a las
afueras de la ciudad…el día maravilloso del mirador, ésta era la segunda vez
que la llevaba a comer lejos, como si
fuera una excursión y ella quería disfrutar de cada pequeño detalle del día que
había comenzado con los silenciosos piropos del chico de la lencería.
Apenas se dio cuenta de que en un cruce habían
girado a la izquierda, estaba distraída mirando las misteriosas formas
cambiantes del manto blanco que
modelaban las nubes y se encontró de pronto ante un paraje natural donde se
dibujaba un estrecho sendero de tierra, escoltado por multitud de flores
silvestres de cualquier color imaginable,
que había que recorrer a pie, a unos metros más allá de las líneas de
escoltas florales, se levantaban grandes árboles hermosos y verdes, parecían estar dándoles la bienvenida con un
suave bamboleo de sus ramas.
--- Esto es precioso, Pablo, ¿dónde lleva el
sendero? No creo que por aquí haya restaurantes.
--- No, no hay, pero mira…
El sendero se abría en una inmensa explanada
sembrada de césped, donde habían
colocado mesas de madera con
grandes troncos a modo de asientos y separadas entre sí lo suficiente para
ofrecer intimidad y discreción ante los demás vecinos del inesperado picnic.
--- Pablo, eres único, es un sitio precioso, pero…
--- Sí, ya voy, quería darte la sorpresa antes de
sacar del coche las neveras, anda siéntate donde más te guste y yo vuelvo en
seguida.
Estaba en todo, no olvidó ni un solo detalle.
Sacó del maletero dos pesadas neveras y en un
segundo viaje, una gran cesta de mimbre tapada con un mantel muy apropiado para
el sitio… verde con tulipanes estampados en color naranja.
Puso el mantel sobre la mesa, y de la cesta empezó
a sacar cubiertos y platos de plástico, vasos, copas para el vino y un pequeño
servilletero. Cuando ya todo estaba dispuesto en su sitio, cogió tres
recipientes con comida y los fue abriendo ante la atenta mirada de Eloísa.
Abrió una nevera, sacó una botella de vino y otra
de agua, cerró la tapa con rapidez y le dijo:
--la otra no se abre hasta después, a la hora del postre, así que no seas curiosa—
--- No sé qué decir, me alegro mucho de que me
hayas traído aquí, ¡Qué maravilla!, no sabía que esto pudiera existir tan cerca
de casa, a una hora de camino que como tú dices se hace corta admirando el espectáculo visual
que ofrece. Gracias, Pablo, me haces tan feliz con estos detalles.
--- No lo he hecho sólo por ti, me apetecía pasar
un día lejos de todo, un día de campo como cuando era un niño y volvía a casa
agotado pero feliz.
--- ¿No te pondrás a correr, verdad? Sería la
única forma de llegar agotado, aquí solo hay tranquilidad.
--- ¡¡Qué te crees tú eso!! He traído un par de
juegos que harán movernos, un poco de ejercicio no nos vendrá mal para quemar
las calorías que tomemos de más.
Eloísa reía con ganas, no sabía por qué, se sentía
como una chiquilla vivaracha y juguetona…
desde luego pensaba darle a Pablo todo el juego que él quisiera.
Pablo demostró una vez más que era un manitas para
la cocina, había preparado carne asada en su jugo, tortilla de patata, ensalada
de pasta y una bandejita surtida de ibéricos que tomaron como entrante,
acompañaron la comida de un buen vino rojo.
--- Ha sido una comida estupenda, Pablo, pero ya
me conoces, estoy deseando saber qué has traído de postre.
--- Ja, Ja, Ja, eres incorregible, no tienes
paciencia… espera, anda.
Se dirigió a la segunda nevera y extrajo una
tartera, la colocó en la mesa haciéndole señas con la mano para que no se
acercara todavía, después sacó dos copas de cristal y una botella de champán.
Eloísa reía nerviosa pero no pudo evitar
emocionarse cuando Pablo abrió la tartera. Había hecho, con mucho esfuerzo y
labor, un estupendo tocino de cielo que
fue el remate a las cinco horas que se llevó metido en la cocina, lo
acompañaba, para que Eloísa eligiera, de
nata montada y sirope de chocolate negro, sabía que a ella le gustaba tomarlo
tanto con una cosa como con otra.
Eloísa, con un brillo húmedo en los ojos, le dijo
que le quería y preguntó: ¿Por qué esto? ¿Qué celebramos?
--- Yo, el haberte conocido.
Levantó su copa esperando la de Eloísa, ella hizo
lo mismo emocionada y dijo:
--- Pablo, sólo
puedo decir… ¡¡Por nosotros!!
El día fue completo, Eloísa no lo olvidaría
nunca, pasaron la tarde entre risas,
caricias y juegos… efectivamente terminaron agotados.
Descansaron cuando, ya entrada la noche, llegaron
al apartamento de Pablo, luego vinieron las duchas y otra vez juegos… esta vez,
mucho más eróticos.
Continuará
Vamos que acabaron con un calentón de cojones, jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo.
ResponderEliminarJajajaja, qué bruto eres Rafa, jajajaj. Ya lo creo que sí
Besos.
Me pido un hombre así, atento a todos los detalles, y encima seguro que la sube al cielo...
ResponderEliminarBesicos.
Qué envidia, Yeste, a mí nunca me ha llevado nadie a un picnic a tomar tocino de cielo y champán.
ResponderEliminarNo sé si todavía estoy a tiempo de lograrlo.
Qué envidia de hombre! Eloísa no se lo merece... aunque aquí parecen todos muy malos :P
ResponderEliminarME pido un día como ese! Saludos.
Me pido uno por favor, y no me lo envuelva ni nada que me lo llevo puesto.
ResponderEliminarBesitos
Aquí hay gato encerrado, tanto con Pablo como con Rafa. No puede ser, no quedan hombres así :)
ResponderEliminarBesos Yeste
Bueno, pero Pablo se decide a va a seguir mareando la perdiz. ¿Qué ha sido de Rafa?
ResponderEliminarUn abrazo Yeste, como siempre nos dejas a la espera de lo que pase.
¡Después del comentario de Rafa jajajajajjajaa poco puedo agregar!
ResponderEliminar