11---Cultivando amistades
En el móvil sonaba una melodía de moda, se
apresuró a cogerlo, podía ser Pablo y no
quería hacerle esperar, además ella estaba deseando oír su voz. Cuando miró la
pantalla, se dio cuenta decepcionada que quien llamaba era Rafael, estuvo
tentada de dejarlo sonar y ponerle luego cualquier excusa, pero no era
ésa la forma de tratar a un amigo:
--- Hola
--- ¿Qué tal Emilia?
--- Bien,
¿y tú?
--- Bien, bien, pero no te llamo para comentar
nuestra salud, te recojo a la salida del trabajo, ¿vale?
--- Espera, no te lances, voy a terminar tarde y
no creo que tenga ganas de salir luego.
--- Te dejo escoger, o te recojo hoy y cenamos o
nos vamos de senderismo el fin de semana.
Emilia pensó rápidamente: --si le digo que no a la
cena, puedo perder la oportunidad de ver a Pablo aunque sea un rato el fin de
semana—
--- Está bien, cenamos hoy porque no creo que
pueda disponer de mucho tiempo el finde,
ya ves que estoy hasta arriba de trabajo.
--- Estupendo, dame un toque media hora antes de
terminar y estaré en la puerta como un poste, de todas formas pienso llamarte
el sábado por si te puedes escapar.
--- Ja, ja, ja, Se me olvidaba lo persistente que
puedes llegar a ser.
--- Pues no vuelvas a olvidarlo porque yo no
dejaré de intentarlo.
Emilia sabía perfectamente a lo que se refería y no quiso darse por enterada, sólo contestó:
--- Bueno, hasta luego.
Ciertamente,
allí estaba como un poste, lo vio
de espaldas en la acera, mirando algo en el suelo o simplemente pensando, no se
había girado y no se percató de su salida, por lo cual Emilia tuvo tiempo antes
de llegar a su altura de recrearse en la figura que tenía a escasos metros… le
miraba despacio, se entretenía con lo que veía… un hombre alto, buen cuerpo,
complexión fuerte, moreno, con el pelo no del todo rizado que le caía sobre la
frente debido a que el corte que llevaba,
era más largo de lo normal sin llegar a ser melena… le favorecía.
En conjunto, todo él era atractivo, pero no había
forma de que pensara en él como algo más que un amigo, se alegraba de tenerle como tal, le había
hecho mucho bien, disfrutó de su
compañía cuando más la necesitaba y había llegado a tenerle verdadero aprecio.
Le tocó en el hombro.
--- Hola, ¿Qué hay de interesante en las baldosas
del suelo que no levantas cabeza?
--- ¡Uy!
Perdona, estaba distraído con mis pensamientos. –la besó en la cara,
cogió su mano y echó a andar—
--- Me gustaría tener el don de leer la mente,
tenían que ser muy interesantes para dedicarles tanta atención.
--- Lo eran.
Como siempre que estaba con él, la velada era cuando menos, relajada,
entretenida, le hacía sentirse sosegada y conseguía por unas horas que su
atención se centrara sólo en la amena conversación y en la seguridad que le
transmitía Rafael.
--- ¿No crees que deberíamos vernos más
asiduamente?, lo pasamos bien juntos ¿no?
--- Por supuesto, pero ahora mismo no puedo pensar
mucho en salir, me estoy jugando la próxima campaña y siempre hay que hacer
sacrificios por el trabajo bien hecho, yo sé que me entiendes, por algo tu
negocio va tan bien.
--- Perfectamente, pero déjame decirte algo, te admiro por tu
dedicación en el trabajo y porque sé que con ello consigues ser un puntal
importante en la empresa, sin embargo, también sé que eres mujer a la que le
gusta saborear lo que la vida ofrece y que sabes tasar en su justa medida los
primeros puestos de tu escala de valores. Espero que me comprendas.
--- Claro que sí y tienes razón, me conoces muy
bien a pesar de nuestra reciente amistad, sólo te puedo decir que seré yo la
que te llame cuando se alarguen las jornadas laborales y necesite verte.
--- Está bien, seré paciente.
Emilia supo que él hubiera querido escuchar otra
cosa, no quería decepcionarle pero no se atrevía a decirle claramente que sólo
deseaba su amistad, que le hacía mucho bien como amigo y tenía la certeza de
que hablándole como lo había hecho, Rafael se daría cuenta y no albergaría más
esperanza que la de continuar como hasta ahora.
Se tomaban
la última copa después de haber cenado, entre risas y charlas, Emilia no se dio cuenta de que alguien se
acercaba directamente a su mesa.
--- Hola, Emilia,
me alegro de verte.
Antes de levantar la cabeza, ya había reconocido
la voz y eso hizo que su sangre bajara bruscamente de temperatura.
--- ¡Pablo!, ¿Qué tal? ¡Cuánto tiempo sin vernos!
¿No viene Elo contigo?
Con un aplomo que a ella misma sorprendió, supo
reaccionar y no perder la compostura, no sabía si en la cara se le pudo llegar
a notar una milésima parte de lo que supuso para ella tener que esconder los
sentimientos provocados por la sorpresa, pero su sangre, fría ya, le permitió adueñarse de la situación
y hacer las presentaciones obligadas.
--- No, he quedado con un compañero de trabajo.
--- Pablo, este es Rafael, un buen amigo, Rafael,
él es Pablo, el novio de mi hermana.
Ambos, por lo visto, estuvieron encantados de
conocerse.
--- ¡Vaya, por fin te conozco! Eloísa suele hablar
de ti en las reuniones con los amigos, me alegro de que todo os vaya bien.
--- Gracias, y yo de conocerte, sabía por Eloísa
que había gente nueva en la pandilla.
Emilia, evitó en lo posible el tener que
mirarle, sólo supo acertar a invitarle a
la mesa con el ferviente deseo de que rechazara la invitación y desapareciera
cuanto antes de su vista.
Ella no pudo darse cuenta de que en los ojos de
Pablo había vuelto a verse algún que otro destello momentáneo.
--- No Emilia, os lo agradezco, pero no puedo
hacer esperar más a mi compañero. Quizás en otra ocasión. Encantado Rafael.
Le dio un fuerte apretón de manos y a Emilia
apenas le rozó la mejilla con un furtivo beso.
Rafael sí le había visto venir y acercarse a Emilia, él, por el contrario, no
le quitó ojo de encima, puede que por
sentirse en desacorde con que otro hombre joven se le acercara a interrumpir su
velada con ella y sí supo interpretar la mirada y el gesto fugaz que le dirigió
a Emilia cuando llegó a su lado.
--- ¿Tanto tiempo hacía que no os veíais?
--- Si,
varios meses, ¿porqué?
--- No, por
nada
Emilia improvisaba sobre la marcha.
--- Incluso
llegué a pensar que la relación se había roto porque Eloísa no me ha vuelto a
hablar de él.
--- Y pensándolo bien, no estoy segura de que
funcione bien, así que creo que será mejor no comentarle a Eloísa que le hemos
visto y ya sondearé yo a mi hermana por
si tiene algo que decirme.
--- Sí, tal vez sea lo mejor, lo que sea se sabrá.
Esas palabras la hicieron recapacitar, si Eloísa
se enteraba de ese encuentro y de que ella lo había presentado como su novio,
se daría cuenta de que algo no encajaba,
según sus propias palabras, su novio era de padre francés y se llamaba Paul.
Había tenido una metedura de pata como una casa de
grande y ahora sólo cabía esperar tres cosas, una, que Rafael no le mencionara
nunca a Eloísa que había conocido a su novio, dos, que no fuera Pablo el que le
dijera a su hermana que la había visto y presentado como su novio y tres, y la
más importante, que Rafael no se hubiera dado cuenta de su tribulación al verle.
Al final le había venido bien que la
viera en compañía de otro hombre, así le resultaría más difícil que alguna vez pudiera
sospechar siquiera, su doble identidad.
La noche terminó bien, hizo todo lo posible para
que no se volviera a mencionar el tema y cambiar automáticamente de
conversación. Sabía como atraer la atención de Rafael.
--- Oye, estoy repasando mentalmente mis carpetas
y me parece, me parece, que nos
vamos de senderismo, voy a hacerte caso
y aparcar un poco el trabajo, ¿qué opinas?
--- Que es genial, hablamos el viernes y quedamos.
Rafael la acompañó y volvieron a casa andando, el
aire frío que les daba en la cara sirvió para que apretaran el paso y caminaran
en silencio. Sólo ellos sabían en qué pensaba cada uno.
Al llegar al portal, se despidieron como siempre,
con un amistoso beso.
El sábado
siguiente supieron disfrutar de nuevo de otra aventura por senderos escondidos, Rafael la llevaba siempre por sitios nuevos
cada vez, sitios que ella jamás había visto y que eran un deleite para sus
ojos, los paisajes desde cualquier altura eran impresionantes, tanto es así que decidió cargar con su cámara
fotográfica cada vez que pateaba con Rafael… ya tenía un buen álbum de fotos
que un día serían maravillosos recuerdos.
Continuará
Este Rafael me cae bien, y es que los rafaeles somos "mu güenos".
ResponderEliminarBesos.
Esta mujer debería darse una oportunidad a si misma, olvidarse de Pablo y centrarse en Rafael a ver que surge.
ResponderEliminarEl amor es química, pero también es predisposición.
Te dejo mi e-mail para cualquier cosa Yeste:
inma.67@hotmail.com
Besazos ¿Como va?
Pues me siento muy identificado con Rafa, Yeste, porque a mí también me ha tocado alguna vez ser "el segundo", estar ahí esperadno que fracasar el plan del "primero". Es una situación muy desairada, que reflejas bien en la historia, cuando Rafa mira lo que hace Pablo sin quitarle ojo.
ResponderEliminarEste Rafael para muy buena persona, una lástima que esta Emilia no se decante por él....
ResponderEliminarBesos
Emilia se pasará la vida deshojando la margarita: ni contigo ni sin ti. ¡Una pena!
ResponderEliminarBesos