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INMERSA EN: NADA ENTRE MANOS....ESPERANDO GANAS.



domingo, 14 de abril de 2013

Después tú --17--



12--- ¿Reproches?






El tiempo seguía  sin detenerse, avanzaba sin esperar a nadie, nadie le importaba, era inmensamente egoísta,  pero a cambio, muy de vez en cuando solía dar como compensación a
tanto  descaro, alguna oportunidad,  y si no era  aprovechada, él seguía implacable su camino sin volver la vista atrás.

Por eso Emilia, que conocía bien su andadura y había sido su aliada en alguna ocasión, no desaprovechaba ninguna.

Su atrevimiento no tenía límites, habló primero con su hermana y cuando supo lo que quería, llamó a Pablo con número oculto.

--- ¿Pablo?
--- Dime, Elo.
--- Oye, puedo dejar esto en dos horas, ¿te apetece cenar fuera?
--- Mejor en casa, ¿te parece bien?

Su hermana volvería tarde de trabajar e iría derechita a su casa, tenían toda la noche para ellos. De nuevo Pablo creía a pies juntillas las palabras de su amada, pero ella se exponía a que, en algún momento de la noche, Eloísa quisiera hablar con él, pero bueno, conociéndola, estaba casi segura que no levantaría la mirada del balance hasta que no estuviera completamente acabado, listo y expuesto en  flamantes carpetas,  incluidas las copias que debía presentar a modo de dosier a todos y cada uno de los accionistas. Además, la reunión de la junta, sería a primera hora de la mañana y le gustaba estar descansada para su exposición.

--- Claro, llegaré sobre las ocho. Hasta luego.
--- Te estará esperando una buena copa de vino y… yo.
--- Buena mezcla, aunque prefiero lo segundo siempre.


Llegó con algo de retraso, quería que su mentira fuera convincente y cuando entró en el piso, creyó ver impaciencia en el gesto de Pablo.
--- Perdona, no me he podido escapar antes.
--- Te tenía preparada la copa, pero se ha calentado, te serviré otra.
--- Deja, luego, ahora quiero un poco de lo segundo que me ofreciste.
La besó con ganas y después la abrazó.

Emilia notó algo distinto en ese abrazo, no sabría decir,  pero le pareció que sus brazos la rodeaban con más fuerza, como si hiciera una eternidad que no la tenía entre ellos– (¿cuándo estuviste con Eloísa por última vez? Parece que la has echado de menos, ¿será verdad lo que   imagino en mi sueño y han estado un poco distantes?)—siempre estaba dispuesta a pensar lo que le convenía.

Después de ese recibimiento, las ganas de cenar se aplacaron, pero Pablo ya tenía una fuente en el horno y tenían que hacerle los honores.

Mientras cenaban, conversaban animadamente  sin dejar de dedicarse alguna caricia en cualquier momento oportuno, de pronto, el rumbo del diálogo cambió y Pablo lo desvió hacia lo que le interesaba saber.

--- ¡Oye!, se me ha pasado comentarte que hace  unos días,  cuando quedé con Juanjo para cenar, vi a tu hermana en el restaurante con un tal… ¿Rafael?

Emilia tuvo que hacer un esfuerzo para no atragantarse con el trozo de asado que tenía en la boca, desconcertada, bebió un trago de la copa mientras su mente trabajaba a una velocidad de vértigo para poder ser coherente en su respuesta y que la situación no se le fuera de las manos.

--- ¿Ah, sí? ¡Vaya!... sí, es Rafael.
--- Es verdad que cuando me  dijiste que tu hermana salía con una persona, no te presté demasiada atención, pero ahora creo que llevabas razón, parecen enamorados, ¿no?
--- No he vuelto a hablar con ella de la relación que tienen, no sé como irá.
--- Parece una buena persona y no hacen mala pareja, ¿no crees?
--- Sí, bueno,  Rafael es del tipo de mi hermana, es inteligente, atento, educado… pero ya veremos.
Emilia se sentía cada vez más incómoda,  por una parte le venía bien decirle todo eso y que pensara que su cuñada estaba sentando la cabeza, pero por otra, le estaba costando Dios y ayuda  no delatarse, le resultaba insultante tener que hablar de Rafael en tercera persona, de su amigo, como si fuera un ligue, precisamente delante del hombre del que estaba enamorada.  Pablo insistía.

--- ¿Tú crees que llegarán a algo serio?
--- No lo sé, ya intentaré averiguarlo, pero de todas formas, es verdad lo que dices, hacen una buena pareja.
--- ¿De verdad lo crees?
--- Sí, lo creo.
--- Ya me contarás como sigue la cosa.
--- Vale.

Emilia no vio como se fruncía el ceño de Pablo mientras éste llevaba platos a la cocina. Cuando volvió para seguir retirando los servicios,  ya dibujaba una sonrisa a medias, se le acercó por detrás y la besó en la nariz.

Fue una noche en la que destacó la ternura, si bien, la pasión parecía haberse distraído un poco, para Emilia valía de cualquier forma mientras recibiera cariño y de hecho lo recibía con los brazos abiertos,  pero no olvidaba: -- Emilia… soy Emilia—pensaba-- si  hubiera sabido en el vientre de mi madre lo que iba a ser de cada una, no  habría pateado a mi hermana, hubiese salido la segunda y ahora me llamaría Eloísa, ¿Hubiera sido suficiente para gozar de lo que ella goza?, no creo que nuestro  destino fuera otro en estos momentos.
Sea cual sea, estoy segura de que ya está trazado y yo sólo intento quebrar un poco su línea para formar parte de ese trazo.

      


Cada vez con más frecuencia tenía sentimientos de culpa, se estaba desmoronando y  ya no encontraba la salida del callejón tan fácilmente como antes, al principio de sus andanzas como hermana traicionera y vengativa  no le importaba que la pudieran descubrir porque la culminación a su propósito era precisamente darle su merecido a Eloísa… ahora temía cualquier desenlace de su obra porque sabía positivamente, que tuviera el final que tuviera, todos perderían mucho, su hermana y Pablo se perderían tal vez mutuamente,  pero ella…  perdería a los dos. Era difícil de digerir. No hacía falta volver a decir qué  era lo que anhelaba, pero eso significaba que su hermana dejara de serlo, en cambio, si dejaba a Pablo, la única perjudicada sería ella y de esa manera  Eloísa y Pablo tendrían un futuro feliz, lo único que tendría que hacer sería desaparecer del mapa  de España con una buena excusa.

Se despidieron cariñosamente de buena mañana, los dos tenían mucho trabajo pendiente.
--- Hasta pronto, Elo, te quiero.
--- Y yo a ti,  acuérdate de llamarme fuera de horas de oficina al segundo número.
--- Vale.

Hacía ya varios meses que le había dado su número de móvil,  diciéndole que era su nuevo número personal, porque el anterior era de la empresa y no quería utilizarlo fuera del horario laboral, era la única forma que tenía de que se pudieran comunicar sin que a él le extrañara ese otro número, de todas formas ella seguía llamándole a él con número oculto porque eso es lo que hacía Eloísa con todo el mundo.

Ése era un detalle más de los muchos que conseguían que Emilia, a veces, dudara de que la relación de su hermana funcionara. ¿Cómo era posible que en todos esos meses no hubiera habido ni una mínima  duda sobre esos pormenores por parte de Pablo? ¿Por qué no le extrañaban “algunas” cosas?  Todo esto no hacía más que afianzar lo que siempre había imaginado: --entre ellos no tenían suficiente comunicación y era muy probable que esa unión jamás llegara a buen puerto--





Continuará

6 comentarios:

  1. Yo sigo pensando que Pablo sabe más de lo que aparenta.
    Oye, en el primer párrafo ¿hablas de Pablo? es que ahí me he quedado un poco confundida...
    Besitos ¿como va todo?

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    1. En el primer párrafo el protagonista es el tiempo, no meteorológicamente hablando sino como paso ineludible que depara sorpresas y oportunidades.

      Va....sólo va. Te lo cuento luego.

      Apretaos.

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    2. Jo, que torpe! no lo pillaba, de verdad, ahora lo he vuelto a releer y ya sí.
      Si te ape ya sabes...

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  2. Esto está más movido que la película de Ben-Hur.

    Saludos.

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    1. Incluso intentan atropellarse unos a otros sin el más mínimo miramiento, jajaja.

      Besos, Rafa.

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  3. Pablo, la verdad, me parece medio tonto, no darse cuenta de que son distintas, porque aunque sean gemelas idénticas en lo físico cada una tiene su propia forma de hacer el amor, como una firma personal. Y luego ese rollo con los teléfonos, etc... En fin.... veremos como sigue. Besos

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