12--- ¿Reproches?
El tiempo
seguía sin detenerse, avanzaba sin
esperar a nadie, nadie le importaba, era inmensamente egoísta, pero a cambio, muy de vez en cuando solía dar
como compensación a
tanto
descaro, alguna oportunidad, y si
no era aprovechada, él seguía implacable
su camino sin volver la vista atrás.
Por eso Emilia, que conocía bien su andadura y
había sido su aliada en alguna ocasión, no desaprovechaba ninguna.
Su atrevimiento no tenía límites, habló primero
con su hermana y cuando supo lo que quería, llamó a Pablo con número oculto.
--- ¿Pablo?
--- Dime, Elo.
--- Oye, puedo dejar esto en dos horas, ¿te
apetece cenar fuera?
--- Mejor en casa, ¿te parece bien?
Su hermana volvería tarde de trabajar e iría
derechita a su casa, tenían toda la noche para ellos. De nuevo Pablo creía a
pies juntillas las palabras de su amada, pero ella se exponía a que, en algún
momento de la noche, Eloísa quisiera hablar con él, pero bueno, conociéndola,
estaba casi segura que no levantaría la mirada del balance hasta que no
estuviera completamente acabado, listo y expuesto en flamantes carpetas, incluidas las copias que debía presentar a
modo de dosier a todos y cada uno de los accionistas. Además, la reunión de la
junta, sería a primera hora de la mañana y le gustaba estar descansada para su
exposición.
--- Claro, llegaré sobre las ocho. Hasta luego.
--- Te estará esperando una buena copa de vino y…
yo.
--- Buena mezcla, aunque prefiero lo segundo
siempre.
Llegó con algo de retraso, quería que su mentira
fuera convincente y cuando entró en el piso, creyó ver impaciencia en el gesto
de Pablo.
--- Perdona, no me he podido escapar antes.
--- Te tenía preparada la copa, pero se ha
calentado, te serviré otra.
--- Deja, luego, ahora quiero un poco de lo
segundo que me ofreciste.
La besó con ganas y después la abrazó.
Emilia notó algo distinto en ese abrazo, no sabría
decir, pero le pareció que sus brazos la
rodeaban con más fuerza, como si hiciera una eternidad que no la tenía entre
ellos– (¿cuándo estuviste con Eloísa por última vez? Parece que la has echado
de menos, ¿será verdad lo que imagino
en mi sueño y han estado un poco distantes?)—siempre estaba dispuesta a pensar
lo que le convenía.
Después de ese recibimiento, las ganas de cenar se
aplacaron, pero Pablo ya tenía una fuente en el horno y tenían que hacerle los
honores.
Mientras cenaban, conversaban animadamente sin dejar de dedicarse alguna caricia en
cualquier momento oportuno, de pronto, el rumbo del diálogo cambió y Pablo lo
desvió hacia lo que le interesaba saber.
--- ¡Oye!, se me ha pasado comentarte que
hace unos días, cuando quedé con Juanjo para cenar, vi a tu
hermana en el restaurante con un tal… ¿Rafael?
Emilia tuvo que hacer un esfuerzo para no
atragantarse con el trozo de asado que tenía en la boca, desconcertada, bebió
un trago de la copa mientras su mente trabajaba a una velocidad de vértigo para
poder ser coherente en su respuesta y que la situación no se le fuera de las
manos.
--- ¿Ah, sí? ¡Vaya!... sí, es Rafael.
--- Es verdad que cuando me dijiste que tu hermana salía con una persona,
no te presté demasiada atención, pero ahora creo que llevabas razón, parecen
enamorados, ¿no?
--- No he vuelto a hablar con ella de la relación
que tienen, no sé como irá.
--- Parece una buena persona y no hacen mala
pareja, ¿no crees?
--- Sí, bueno, Rafael es del tipo de mi hermana, es
inteligente, atento, educado… pero ya veremos.
Emilia se sentía cada vez más incómoda, por una parte le venía bien decirle todo eso y
que pensara que su cuñada estaba sentando la cabeza, pero por otra, le estaba
costando Dios y ayuda no delatarse, le
resultaba insultante tener que hablar de Rafael en tercera persona, de su
amigo, como si fuera un ligue, precisamente delante del hombre del que estaba
enamorada. Pablo insistía.
--- ¿Tú crees que llegarán a algo serio?
--- No lo sé, ya intentaré averiguarlo, pero de
todas formas, es verdad lo que dices, hacen una buena pareja.
--- ¿De verdad lo crees?
--- Sí, lo creo.
--- Ya me contarás como sigue la cosa.
--- Vale.
Emilia no vio como se fruncía el ceño de Pablo
mientras éste llevaba platos a la cocina. Cuando volvió para seguir retirando
los servicios, ya dibujaba una sonrisa a
medias, se le acercó por detrás y la besó en la nariz.
Fue una noche en la que destacó la ternura, si
bien, la pasión parecía haberse distraído un poco, para Emilia valía de
cualquier forma mientras recibiera cariño y de hecho lo recibía con los brazos
abiertos, pero no olvidaba: -- Emilia…
soy Emilia—pensaba-- si hubiera sabido
en el vientre de mi madre lo que iba a ser de cada una, no habría pateado a mi hermana, hubiese salido
la segunda y ahora me llamaría Eloísa, ¿Hubiera sido suficiente para gozar de
lo que ella goza?, no creo que nuestro
destino fuera otro en estos momentos.
Sea cual sea, estoy segura de que ya está trazado
y yo sólo intento quebrar un poco su línea para formar parte de ese trazo.
Cada vez con más frecuencia tenía sentimientos de
culpa, se estaba desmoronando y ya no
encontraba la salida del callejón tan fácilmente como antes, al principio de
sus andanzas como hermana traicionera y vengativa no le importaba que la pudieran descubrir
porque la culminación a su propósito era precisamente darle su merecido a
Eloísa… ahora temía cualquier desenlace de su obra porque sabía positivamente,
que tuviera el final que tuviera, todos perderían mucho, su hermana y Pablo se
perderían tal vez mutuamente, pero
ella… perdería a los dos. Era difícil de
digerir. No hacía falta volver a decir qué
era lo que anhelaba, pero eso significaba que su hermana dejara de
serlo, en cambio, si dejaba a Pablo, la única perjudicada sería ella y de esa
manera Eloísa y Pablo tendrían un futuro
feliz, lo único que tendría que hacer sería desaparecer del mapa de España con una buena excusa.
Se despidieron cariñosamente de buena mañana, los
dos tenían mucho trabajo pendiente.
--- Hasta pronto, Elo, te quiero.
--- Y yo a ti,
acuérdate de llamarme fuera de horas de oficina al segundo número.
--- Vale.
Hacía ya varios meses que le había dado su número
de móvil, diciéndole que era su nuevo
número personal, porque el anterior era de la empresa y no quería utilizarlo
fuera del horario laboral, era la única forma que tenía de que se pudieran
comunicar sin que a él le extrañara ese otro número, de todas formas ella
seguía llamándole a él con número oculto porque eso es lo que hacía Eloísa con
todo el mundo.
Ése era un detalle más de los muchos que
conseguían que Emilia, a veces, dudara de que la relación de su hermana
funcionara. ¿Cómo era posible que en todos esos meses no hubiera habido ni una
mínima duda sobre esos pormenores por
parte de Pablo? ¿Por qué no le extrañaban “algunas” cosas? Todo esto no hacía más que afianzar lo que
siempre había imaginado: --entre ellos no tenían suficiente comunicación y era
muy probable que esa unión jamás llegara a buen puerto--
Continuará
Continuará
Yo sigo pensando que Pablo sabe más de lo que aparenta.
ResponderEliminarOye, en el primer párrafo ¿hablas de Pablo? es que ahí me he quedado un poco confundida...
Besitos ¿como va todo?
EliminarEn el primer párrafo el protagonista es el tiempo, no meteorológicamente hablando sino como paso ineludible que depara sorpresas y oportunidades.
Va....sólo va. Te lo cuento luego.
Apretaos.
Jo, que torpe! no lo pillaba, de verdad, ahora lo he vuelto a releer y ya sí.
EliminarSi te ape ya sabes...
Esto está más movido que la película de Ben-Hur.
ResponderEliminarSaludos.
EliminarIncluso intentan atropellarse unos a otros sin el más mínimo miramiento, jajaja.
Besos, Rafa.
Pablo, la verdad, me parece medio tonto, no darse cuenta de que son distintas, porque aunque sean gemelas idénticas en lo físico cada una tiene su propia forma de hacer el amor, como una firma personal. Y luego ese rollo con los teléfonos, etc... En fin.... veremos como sigue. Besos
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