Invasión

En Sevilla, de toda la vida de Dios - dicho popular en mi tierra- , cuando los padres llevaban a sus hijos a pasar una mañana de parque, solían llevarles al Parque de María Luisa...¡¡¡precioso!!!, cerca de la Plaza de España que dicho sea de paso, son monumentos dignos de ver, como en cualquier rincón de España.

Los niños iban entusiasmados porque sabían que allí encontrarían vendedores de globos, chucherías, dulces y ......... ¡¡¡palomas!!!, que al comprarles un paquetito de cañamones por un ínfimo precio, les rodeaban, se les subían a la cabeza y brazos.... hacían las delicias de los críos y ese momento era inmortalizado con la consabida foto, -no faltaban los clásicos fotógrafos-. Era el único sitio donde se podían ver las preciosas palomas blancas, que no sé porqué, pero era difícil ver una que no fuera completamente blanca.

¡¡¡Cómo cambia todo!!!, el preciado icono.... la imagen que en todo el mundo simboliza la Paz Mundial, nos está invadiendo. Ahora ya no hace falta irse a algún sitio especial para verlas.Las calles y plazas de los barrios están llenas de ellas.... ya no son sólo blancas, las hay grises moteadas, blancas y negras e incluso casi totalmente negras.

Lo peor es que ya no se asustan de la gente, ya no se apartan o levantan el vuelo como han hecho siempre, se han acostumbrado al ir y venir de las personas por las aceras.
Buscan comida, pero no los antiguos cañamones, no, quieren cualquier cosa que caiga al suelo y además saben dónde encontrar su sustento, porque eligen calles donde hay infinidad de bares y terrazas (por lo visto, es el sector al que menos afecta la crisis), que por otra parte, no son difíciles de encontrar en cualquier calle de nuestra ciudad.

Yo he visto a uno de esos animalitos, cómo, sin miedo alguno, le quitaba a un crío pequeño de la mano, un trozo de pastel que se iba comiendo tranquilamente.... él fue el que se llevó el gran susto.

Alguna vez vi un reportaje en el que, entre otras curiosidades, se decía que las palomas pueden llegar a ser temendamente portadoras de enfermedades contagiosas, aparte de lo que perjudican el entorno cuando su población se hace desmesuradamente prolífera.

Pediría desde aquí, por favor, que no las alimentemos en plena calle, que cada vez vienen en bandadas más numerosas y aunque suene a exageración................¡¡¡ Nos Invaden !!!.