TIERRA MOVIDA

Veía el agujero abierto en la tierra, sabía que era para él, se negaba a dejarlo allí, solo, abandonado, molido a palos y a navajazos.  Ni siquiera las palabras del sacerdote dichas con tanta misericordia aliviaban su dolor, no podía escucharlas, ni tampoco las de condolencia que sus vecinos murmurban en voz baja..¡hipócritas, mala gente!, a ella no hacía falta engañarla con frases cariñosas, ni con flores, no por eso iba a dejar de pensar que habían sido ellos...algunos de los que la acompañaban en esos momentos, le habían quitado la vida a su hijo a sangre fría. Antes de que lo cubrieran,  maldijo a todos los miserables asesinos y arrojó las flores del mal al mismo agujero que su hijo compartiría de aquí a la eternidad.

Lo veía venir, su corazón le decía que no estaba haciendo bien, le advertía que no fuera con ellos, que no eran buena compañía, que no hiciera nada de lo que después pudiera arrepentirse. Empezó haciéndole pequeños regalos que no hacían más que afianzar su miedo, le espiaba, le vigilaba entre visillos sin que él se diera cuenta, quería saber qué trapicheos se traía entre manos, pero jamás pudo convencerle de que dejara todo aquello, de que a pesar de los tiempos difíciles, no necesitaban esos extras... con lo que trabajaba cosiendo en casa tenía bastante para los dos.

Se equivocó, había puesto en él grandes esperanzas, siempre pensó que sería un buen abogado, o maestro, o notario...lo que fuera, pero no estaría en las calles, se equivocó....no quiso darse cuenta de que la vida de su hijo había sido la crónica de una muerte anunciada, de que había crecido rápido, de que se había convertido en un medio hombre lleno de resentimientos y de que atrás había dejado la edad de la inocencia, las risas y los abrazos de su madre.    

Ahora, sin nadie por quien luchar, sólo le quedaba el deseo de justicia, que no quedara impune lo que le habían hecho, que investigaran el crimen y el castigo fuera ejemplar y no cayera en el olvido.

Ella ya lo había perdido, estaba sola, pero viviría para recordarlo, aunque fueran cien años de soledad, él seguiría estando en su memoria, seguiría sintiéndolo en su corazón...para siempre... Un hijo nunca se olvida.











¿Jugamos otra vez?

En el texto, hay trece títulos de obras literarias esperando ser encontrados.
He de decir que en algún título me he tomado la licencia de hacer un pequeño cambio, muy pequeño, para poder encajar mejor en la frase, debéis perdonarme.

Reitero lo mismo que la primera vez, si queréis participar, no dejéis en los comentarios ningún título, sólo el número del resultado encontrado.
No me gustaría que nadie se viera obligado a participar, es opcional, sólo lo hago para entretener y pasar un buen rato. Pondré los resultados por orden de aparición en una entrada posterior y vosotros mismos, honradamente, iréis diciendo cuántos aciertos habéis tenido. Os espero.



¡¡GRACIAS, CHICOS!!