MUSIQUILLA CRISTALERA

Sé que a muchos de vosotros no os gustan las historias de fantasmas, pero yo voy a contar y compartir alguna que otra experiencia vivida en primera persona y si por si acaso, alguien ha tenido alguna parecida y la quiere relatar....yo al menos estaré encantada.

No estoy loca... aunque a veces lo parezca, he sido una adolescente llenita de preguntas y hambrienta de curiosidades (como todas), por aquel entonces me sentía tremendamente atraída por lo sobrenatural... y el morbo por el más allá me llevó a intentar conectar con los habitantes de ese mundo desconocido. Quise jugar a lo que veía en tantas películas...LA OUIJA... y convencí a algunas amigas para que jugaran conmigo.

La primera vez que lo hicimos fue en casa de una amiga, en su salón. Cuando ya llevábamos un buen rato invocando a algún espíritu travieso, oímos un estruendo que venía de la cocina, de momento, nuestro corazón duplicó los latidos y el color de nuestras mejillas se evaporó por unos minutos eternos... como es lógico, nuestra curiosidad pudo más que el miedo y nos asomamos despacio a la cocina...allí pudimos ver la tapa de una olla expréss antigua y pesada en el suelo de la habitación.  En un principio respiramos tranquilas porque pensamos que no debía estar bien puesta y se había resbalado de la encimera. Nuestra tranquilidad duró poco porque al llegar la madre de mi amiga a casa y ver la olla, nos preguntó que cómo habíamos conseguido quitar la tapadera, porque ella, no había podido abrirla antes de irse. Imaginaros de nuevo nuestra cara de acojone.

La segunda oportunidad se nos presentó al cabo de unos años, en casa de otra amiga a la que también le gustaba el temita, lo hicimos de nuevo en el salón, sentadas, tranquilas, ilusionadas y... de pronto, se cayó o se volcó, mejor dicho, un bafle que había en el suelo cerca de donde  estábamos, el bafle era de base cuadrada y ancha y estaba directamente apoyado en el suelo, era una caída difícil. Ni que decir tiene, que ante esta nueva situación y pálidas todas, nos juramos que no volveríamos a "jugar" nunca más.

Antes de estas situaciones, yo nunca había tenido sensaciones raras ni mucho menos, pero a partir de entonces la cosa empezó a cambiar.

No os voy a relatar todas y cada una de las "cosas" que he notado pero sí os voy a detallar una de ellas, una que cuando se produjo, tuve la  suficiente sangre fría para llamar por teléfono a mis vecinas y que fueran testigas acojonadas del suceso y que de esa manera pudieran comprobar que no eran locuras mías.

Ese día me levanté más nerviosa de lo habitual, tenía una intranquilidad rara dentro de mí, tenía mal cuerpo, frío y la sensación de que algo iba a pasar y no precisamente bueno, seguro que  alguno de vosotros habéis tenido en alguna ocasión esa misma corazonada.

Tenía y tengo todavía una vitrina toda de cristal sin pared alguna de madera, transparente por todos lados en la que tengo todas mis piezas de cristalería.... algunas de calidad que costaron una pasta y otras también costosas por su antiguedad, en ella no hay nada que no sea cristal, incluso bomboneras antiguas, botellitas labradas y utensilios para remover el contenido de las copas...todo cristal.

Crucé por delante de la vitrina para pasar la bayeta por la mesa que hay al otro lado y en ese momento se oyó un tremendo tintineo de cristal, me sobresalté al no esperar el puñetero ruidito pero pronto pensé que había movido yo la vitrina al pasar sin darme cuenta.

Cuando terminé de limpiar, lógicamente, volví a pasar por delante de la vitrina.... y de nuevo el tintineo, esta vez me fijé bien y ví como las distintas piezas se movían y chocaban suavemente entre sí.  Me asusté y llamé a tres vecinas del rellano, no quería estar sola y si volvía a pasar, quería que ellas lo vieran.

Y lo vieron, claro que lo vieron.

Les expliqué lo acontecido y claro está, me pidieron con incredulidad que volviera a pasar por el mismo sitio... lo hice y ellas alucinaron todavía más que yo.  Era la tercera vez.

Para salir de dudas, les pedí a ellas que hicieran lo mismo de una en una para ver que reacción había.... pero no hubo ninguna, pasaron dos veces cada una y aquello no se movió. Después de buscarle las múltiples y posibles causas que se nos venían a la cabeza, decidí dejar zanjado el asunto siendo yo la que probara de nuevo... por tres veces más lo hice, alternando el pase de mis vecinas y el mío, sólo bailaban y tintineaban cuando era yo la que cruzaba, cuando lo hacían ellas, se quedaban mudas  y quietas.

Aquello fue tema de conversación de mis amigas y vecinas durante bastante tiempo, hasta que, como todo, se olvidó.

En alguna ocasión leí que no tenían por qué ser causas sobrenaturales, que a veces, en situaciones límites de estrés, la persona proyectaba su fuerza mentalmente al no poder hacerlo de otra manera. Yo eso no lo discuto porque no lo he estudiado, pero sí os diré que no han sido ésas solas las formas en que he notado "rarezas" (dicho así no asusto).

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