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viernes, 15 de junio de 2012

Línea de sangre



Nunca dejamos de sorprendernos a nosotros mismos, nos sorprendemos cuando hacemos cosas que jamás hubiéramos pensado ser capaces  de hacer y entonces nos sorprende nuestra capacidad para cambiar de un plumazo lo que hemos venido pensando sobre nuestros valores y principios. Algunas veces la sorpresa te pilla  cuando es demasiado tarde y ya no puedes reaccionar.

Veréis. Os explico.

Un matrimonio  con dos hijos adultos, varón y hembra, se separa después de  continuas infidelidades por parte del marido.
Este marido tenía una empresa que se había ido a pique años antes del divorcio y para que Hacienda no pudiera meter sus "zarpas" en las cuentas, hizo separación de bienes conyugales y puso como  titular de sus cuentas y propietaria de la única vivienda,  a su esposa, ella quedaba dueña y señora del patrimonio que él consiguió esconder con mucho esfuerzo a los ojos del fisco.

Tras el divorcio vinieron los conflictos, los ya anunciados conflictos dados los motivos de la separación. La mujer, llena de rencor, herida en su orgullo y humillada, vio clara su venganza, de todo el patrimonio él no vería ni un solo céntimo, a los ojos de la ley, la única que podía disponer del dinero era ella, él no tenía absolutamente nada y su amante, mujer con un hijo también adulto y ante la negación de éste a la convivencia, no le pudo dar cobijo y se vio obligado a pedir asilo en casa de un familiar.

Como suele pasar en muchos casos, la hija apoyaba a su madre en todo mientras que el hijo discutía con  ella a diario tratando de convencerla para que devolviera a su padre, si no todo, por lo menos parte del efectivo para que se pudiera comprar un piso pequeño y  dejar de vivir de prestado. La madre nunca consintió.

Tras años de dimes y diretes en los  que los hermanos se habían distanciado por defender cada uno a un progenitor y el hijo  había dejado de hablar a su madre,  la mujer contrajo una enfermedad grave y murió al poco tiempo.

En las cuentas del banco aparecía en los últimos años el nombre de la hija como titular con su madre,  la cual se dedicó a sacar dinero con todo el derecho legal por ser titular pero malintencionadamente... durante el tiempo que la madre se vio postrada en la cama de un hospital.

La herencia se repartió de mutuo acuerdo entre los hermanos de modo que cada uno tuvo    la mitad de lo que "quedó"  en el banco más la mitad que les corresponda el día que se venda el piso de la madre.

El hijo, como "buen hijo" y para enmendar los errores de la madre,  reconoce que su padre también tiene derecho a ese dinero y  le ofrece compartir la titularidad de su cuenta, accediendo además a prestarle la llave de la vivienda para que recoja todo aquello que le haga falta.

 De eso ya hace algunos años, el padre vive en el piso heredado por los hijos del que no hay quien le eche ni con agua caliente y el hijo ahora vive acogido por el familiar de antes porque  lo que tenía en el banco desapareció por arte de magia, dejó de trabajar aquejado de una depresión aguda y perdió su casa por no hacer frente a la hipoteca.

El padre no quiere saber nada de él. Su hermana le culpa de haber perdido el piso y
él se culpa por  haber sido tan ingenuo.



8 comentarios:

  1. ¡Ay! qué largas son nuestras sombras, ¿no?

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  2. Caramba, Yeste, vaya historia trágica.

    Me extraña que el marido se fiara tanto de la esposa como para poner todo a su nombre. En España hay empresarios que lo hacen pero lo reparten entre la esposa (o el esposo, si es empresaria) y los hijos, así es más difícil que te engañen.

    En fin, la historia trágica nos demuestra -una vez más- que todo va mejor si respetamos la Ley de Dios, si guardamos la fidelidad matrimonial, si no engañamos a Hacienda, si perdonamos, si no nos quedamos con los bienes ajenos.

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  3. Joooder, me has dejado fría.
    No entiendo cómo nadie puede tenr tan poca alma.
    Siemopre he pensado que hay gente a la que el dinero le pudre el alma.
    Besazo

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  4. Nunca se sabe hasta donde pueden llegar a alcanzar, ALEMAMA.

    FERNANDO, cuando esto pasó los chicos todavía eran menores de edad y no tenía otra que ponerlo a nombre de su mujer por miedo a perderlo casi todo, aunque al fin lo perdió por su modo de hacer las cosas. Y desde luego, las cosas pasan porque no respetamos nada y nos puede la ambición desmedida.
    Por eso la reflexión que encabeza la entrada. Este matrimonio tenían una Fe y unos valores cristianos que desaparecieron de un plumazo.


    DOLEGA, hay veces, muchas, que la podredumbre del alma viene a causa de la envidia de la suerte de otros y ni siquiera la "línea de sangre" tiene valor en estos casos.
    La pena es que el hijo se dio cuenta tarde y la pobre madre se fue con mucha pena.
    El marido sigue viviendo en el piso, haciendo vida de "marajá".

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  5. El dinero lo pudre todo.
    Que triste y que real.

    Que fuerte.

    Saludos.

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  6. Las vueltas que pueden dar las situaciones!!
    Pero es una realidad, el dinero no es el culpable, somos nosotros y nuestra incompresión y no aceptación de las cosas.

    Buen post
    Un beso

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  7. Gracias TORO por visitarme una vez más.


    MJ, estoy de acuerdo, si nos aceptáramos como somos y con lo que tenemos otro gallo cantaría.

    Un beso a los dos.

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  8. Dura historia, pero es que muchas veces somos muy ingenuos.
    Hay un refrán castellano muy esclarecedor:
    "El que hace un cesto, hace ciento"
    Alguien que engaña a su mujer y al fisco...¿Porqué no va a engañar a su hijo?
    Besazo

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